¿Por qué esperar?Muestra

Mi mejor amiga me llamó llorando histéricamente y angustiada. Tres de sus hijos se habían alejado de Dios de maneras asombrosamente impactantes. Su familia estaba en crisis.

Inmediatamente nos pusimos a orar. Oramos por su protección. Oramos para que regresaran a Dios, a su familia y al cuerpo de Cristo.

Oramos constantemente por ellos durante días, luego semanas, luego meses, luego años. En un momento, nos reunimos con otras mujeres, escribimos los nombres de todos nuestros hijos y los pusimos delante del Señor, de la misma manera que el rey Ezequías presentó la carta de Senaquerib, rey de Asiria, delante del Señor en 2 Reyes 19. Con lágrimas en los ojos suplicábamos a Dios por respuestas del cielo.

¿Qué estábamos haciendo? Estábamos esperando en el Señor. ¿Recuerdas la definición de esperar en el Señor de hace unos días? Esperar en el Señor significa: “Orar esperando ansiosamente y con esperanza que Dios haga lo que solo Él puede hacer, mientras hago lo que yo puedo hacer”.

Mientras orábamos, mi amiga hizo lo que podía hacer. Mantuvo abiertas las líneas de comunicación con sus hijos. Se disculpó por cosas por las que necesitaba disculparse. Ella trató de ayudarlos en lo que pudo. Ella oró e hizo su parte, mientras esperaba que Dios hiciera lo que solo Él podía hacer.

Y nuestro fiel Dios Todopoderoso ha comenzado a hacer un trabajo notable. Sus hijos han comenzado a comunicarse con ella nuevamente, algunos por primera vez en mucho tiempo. Algunos de sus hijos incluso se han disculpado por su papel en la ruptura de la relación. ¡Algunos incluso han comenzado a regresar a la iglesia y a hablar acerca de Dios nuevamente!

Aunque queda un largo camino por recorrer, Dios se está moviendo. Dios está respondiendo. Como hemos aprendido, Dios siempre es digno de la espera.

Su experiencia nos ha animado a ambos y a muchos otros a NUNCA RENDIRNOS durante las temporadas de espera. Nuestro Dios nos escucha, incluso cuando parece que no pasa nada, incluso cuando las cosas parecen estar empeorando.

La lectura de hoy nos recuerda la verdad fundamental. Mientras esperamos en el Señor, no estamos simplemente “esperando lo mejor” o sentados con “los dedos cruzados”. ¡No! Tenemos esperanza porque “Él es nuestra ayuda y nuestro escudo” (Salmos 33:20). ¡Él está trabajando, incluso cuando pensamos que no pasa nada!

Si te encuentras esperando que Dios te responda, aprende de memoria el pasaje bíblico de hoy. ¡Anímate hoy! ¡Incluso mientras esperas, puedes animarte y tener esperanza!