¡No Dejes De Respirar!Muestra

El día que sacaron a mi bebé de mi barriga, fue el 14 de julio del 2011 a las 10:36 de la mañana. Nació de solamente 28 semanas de embarazo, cuando se supone que un bebé normal nazca de 40 semanas. Gianna nació pesando apenas 2 libritas o un kilo.

Cuando mi esposo me va llevando a la encubadora o cunita donde estaba mi bebé, yo no podía creer lo que estaba viendo. Era apenas algo tan diminuto, cubiertos sus ojos con vendas, porque sus córneas apenas se habían desarrollado, máquinas a su alrededor haciendo toda clase de ruidos, tubitos por la boca, en sus brazos, apenas se lograba ver. Fue ahí donde pude entender la gravedad en la cuál se encontraba mi bebé y que ella ahí estaba luchando por sobrevivir. No pude con la escena y le pedí a mi esposo que me ayudara a salir de allí.

Caminando por ese pasillo iba llorando, impresionada por lo que había visto, iba agarrando muy fuerte a mi esposo sin poder decir palabras, solo lágrimas, el dolor me desgarraba el corazón.

En esto que íbamos caminando, escuchamos a una mujer que desesperada daba gritos que su nieto se estaba muriendo. Su hija en esos momentos estaba en sala de parto y todo se había complicado. Esta mujer daba puños en la pared, así que en un segundo mi esposo la estaba agarrando y allí nos encontrábamos orando e intercediendo por aquel bebé.

Al terminar la oración aquella mujer quedó tranquila y nosotros seguimos caminando hacia nuestro cuarto. Mientras caminaba el Señor ministró a mi vida, diciéndome: "No llores más, NO de esa forma como alguien que no tiene consuelo" ( porque aunque yo no iba gritando como aquella mujer en el pasillo, había el mismo desconsuelo y angustia en mi corazón). Y me dijo: "¡No vas a llorar más como alguien que no tiene un Dios! Ustedes sigan haciendo el trabajo que les he dado, que yo me encargo de tu hija. Y durante este proceso van a estar quietos y van a dar a conocer que yo soy Dios". Fue un proceso difícil, no fueron 10 ni 20 días, fueron 47 días en intensivo, días duros y difíciles donde pudimos ver la mano de Dios obrando a favor de nuestra hija y al final en obediencia obtuvimos la victoria.

¿Y qué sucedió? Como a las 4 de la mañana esta mujer por la cuál habíamos orado en el pasillo, entró a nuestro cuarto en el hospital (no me pregunten como nos encontró, nos imaginamos que fue cuarto por cuarto buscándonos). Pero, llegó para decirnos que su nieto se encontraba fuera de peligro y en su celular nos enseñaba muy sonriente las fotos del bebé.

¡La oración cambia todas las cosas! Y todo lo que pasó en aquel pasillo del hospital, es un fenómeno que solo se da cuando tú conoces y tienes una relación con tu Padre Celestial.

Dejar tu dolor a un lado, la crisis por la cuál estás pasando, que tu bebé esta luchando entre la vida y la muerte, para orar por el dolor de un desconocido, por el problema de otro...Eso solo ocurre en este Evangelio, esto solo ocurre cuando tú llevas una vida de intimidad y conoces quién es tu Dios.

Juan 13:34-35 (RVR60) : "Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros".

De esto se trata este Evangelio: De Dios, de tu prójimo y de ti. Cuando tú entiendes este principio, y comienzas a ejercitarlo en tu vida cristiana, comenzarás a ver a tu prójimo como Dios lo ve, comenzarás a verlo con misericordia, con amor y sobre todo con respeto. Comienzas a interesarte más en el problema del que tienes a tu lado, entendiendo que el Señor se encarga de lo tuyo, mientras tú te encargas de Su Reino, de tu prójimo, del que tienes a tu lado. Resultados de tener una vida de oración.