El poder de la alabanzaMuestra

La guerra

La música es parte importante de la existencia del hombre; fue creada por Dios y fue hecha para exaltarlo. Cuando la usamos para el fin que fue creada no solo nos permite expresarnos delante de Dios, sino que al unirla a Su Palabra se convierte en una poderosa arma de guerra.

Cuando comienzas a tocar o a cantar música en adoración y alabanza a Dios, entras en una dimensión en la que Dios te hace valiente. Eso es lo que David pudo conocer, al salir a la batalla alababa a Dios y el Señor le daba la victoria.

Dios nos revela que nuestras luchas las debemos pelear alabándole. La fuerza, la esperanza y la victoria provienen de Él, y Dios se hace presente cuando declaramos Su Palabra y nos alegramos por lo que hará. Como creyentes nuestra arma más poderosa es la adoración que declara Sus promesas.

David no era un cantante o un músico, él era un adorador que se regocijaba en buscar la presencia de Dios y hacer Su voluntad. Por eso, en la Biblia encontramos que Dios lo llama un varón conforme a Su corazón. Su vida como rey y como guerrero se sostenía de la alabanza a Dios, no de la cantidad de hombres que tenía, y su dirección estaba sujeta a la orientación que Dios le mandaba.

Hoy, la mayor parte de nuestras batallas no las llevamos a cabo en un territorio físico, las encontramos en nuestras relaciones, nuestros pensamientos, nuestras decisiones; es ahí dónde podemos aprender de David. Cuando se levantan adversarios en nuestra contra es momento de acudir a Dios. En medio de la alabanza Dios nos fortalece, nos da estrategias y el enemigo retrocede. Mientras alabamos a Dios, lo que cantamos va transformando nuestro corazón, la angustia se vuelve paz, el estrés se diluye, nuestra esperanza cobra ánimo y el panorama cambia. ¡Todo eso sucede mientras alabamos! Somos cambiados y comenzamos a vivir lo que Dios ha prometido en Su Palabra.

La presencia de Dios es la gloria de Dios, y es ahí donde los milagros suceden: Él te da la victoria en la batalla, te provee de lo que necesitas, te protege en medio del peligro, sana tu corazón quebrantado, consuela tu aflicción, trae gozo en lugar de luto. Por eso es tan poderosa la alabanza. ¡Es un homenaje a Dios y Su presencia se manifiesta cuando le cantamos con todo nuestro corazón!

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