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¿Mi verdad? Tal vez no . . .

Tengo una relación de amor/odio con mi corazón. Me encanta porque, por la gracia de Dios, tiene muchas Escrituras almacenadas. Después de años de servicios en la iglesia, devociones en el hogar y podcasts de sermones, puedes apretar mi corazón y la Biblia saldrá de él. El Espíritu Santo me ha ayudado a atesorar la Palabra de Dios y a meditarla en mi corazón.

Pero también odio mi corazón. A pesar de los servicios y sermones, he notado que cuando mi corazón se siente acorralado o criticado, sufre de amnesia bíblica. Se olvida de todo lo que es bueno y verdadero y de Dios. En lugar de eso, mi corazón se pone a la defensiva, bombeando orgullosamente palabras hacia mis labios y produciendo hojas de cálculo detalladas de todas las cosas que hago bien y todas las cosas que mis críticos hacen mal. Ese pecado es parte de mi naturaleza.

¿Tú también? El Apóstol Pablo sabía por qué seguir tu corazón o ser fiel a ti mismo no te llevaría a la verdad honesta de Dios. Él escribió: “No vivan más con pensamientos frívolos como los paganos. A causa de la ignorancia en ellos que los domina y por la dureza de su corazón” (Efesios 4:17,18). Nota la fuente del problema: “En ellos”.

La humilde realidad es que no se puede confiar completamente en nuestros corazones. Así que escucha a tu corazón, pero nunca dejes que obtenga el voto final. Lleva tu corazón siempre de vuelta a la Palabra, la única fuente cierta de verdad.