Entrenamiento para la MisiónMuestra

Entrenamiento para la Misión

Vivir en misión no es algo que nos esforzamos por lograr por nuestra cuenta o una manera de demostrar nuestro valor a Dios. No depende de nuestros talentos o entrenamiento. Lo único que nos alimenta y nos califica para hacer misiones es nuestra relación con Dios.

Antes de que podamos hacer algo por Dios, debemos aprender a estar con Él. Eso es porque nuestra relación con Dios es la fuente de todo lo que hacemos por Él, y nuestra misión fluye de esa relación.

Jesús nos dice que vivamos unidos a Dios como las ramas se unen a la vid. Así como una rama depende de la vid para obtener el agua y los nutrientes que le permiten florecer, estamos llamados a unirnos a Dios a través de la oración, leyendo Su Palabra y pasando tiempo con otros creyentes. Es una vida de total dependencia de Jesús en busca de fortaleza y sabiduría. Solo entonces podremos dar buenos frutos, evidencia de la obra de Dios en nuestras vidas.

Y mientras permanecemos en Dios y le permitimos transformar nuestros corazones, compartir nuestra fe se convierte en algo que no podemos dejar de hacer porque nuestra fe está moldeando y transformando todo lo que nos rodea.

Preguntas de reflexión:

• Dado que nuestra cultura enfatiza la importancia de la independencia, ¿cómo te hace sentir la idea de depender de Jesús? ¿Es algo que te resulta fácil o es un cambio total de mentalidad?
• ¿Qué tipo de cosas crees que son frutos espirituales? ¿Por qué es tan necesaria nuestra relación con Dios para producir buenos frutos?
• ¿Dónde ves evidencia del Espíritu Santo en tu vida? ¿Qué áreas necesitan transformación?

Pídele a Dios que te cambie y te haga crecer en estas áreas y sigue buscando formas en las que puedas mantenerte en sintonía con el Espíritu Santo.