Puestos los ojos en JesúsMuestra

El Evangelio nos llama a la muerte de nuestro viejo hombre, lleno de prejuicios, codicia, avaricia, odio y venganza. No podemos decir que conocemos a Dios y seguir con una conducta mundana que demuestra la enemistad con la cruz de Cristo.

Cuando hablamos de la cruz de Cristo hablamos también de sacrificio, es fácil creer en Dios, pero es difícil seguir a Cristo, por cuanto implica negarse a como pensábamos y como vivíamos. El fin de aquellos que dicen creer, pero no se comprometen, será el mismo de aquellos que no conocen. Y, podemos encontrar en las Escrituras las palabras del Señor Jesús cuando dice, son muchos los llamados, pero pocos los escogidos, porque, aunque es Dios quien llama y escoge a las personas, ser “escogido” requiere de una decisión personal; depende de cada uno aceptar el llamado de Dios y actuar en consecuencia de él.

En Mateo 7: 13 dice la Palabra que solo puedes entrar en el reino de Dios a través de la puerta angosta. La carretera al infierno (En griego La senda que conduce a la destrucción) es amplia y la puerta es ancha para los muchos que escogen ese camino. Sin embargo, la puerta de acceso a la vida es muy angosta y el camino es difícil, y son solo unos pocos los que alguna vez lo encuentran. Seguir a Cristo no es fácil de ninguna manera y habrá momentos en los que mientras la fe te dice sí, la razón dirá no.

Pero, cuando empezamos a darnos cuenta que las cosas de este mundo no tienen valor y que el esfuerzo para conseguirlas demanda tus años aquí en la tierra, tu tiempo, tu fuerza, tu juventud, entendemos cuando Jesús dice “porque mi yugo es fácil y ligera mi carga”. En Filipenses 3: 7-9 Pablo dice: Antes creía que esas cosas eran valiosas, pero ahora considero que no tienen ningún valor debido a lo que Cristo ha hecho. Así es, todo lo demás no vale nada cuando se le compara con el infinito valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por amor a Él, he desechado todo lo demás y lo considero basura a fin de ganar a Cristo y llegar a ser uno con Él.