Amor ExtravaganteMuestra

En el tiempo antiguo, el alabastro era una piedra semipreciosa traslúcida (parecida al mármol) usada para elaborar frascos de perfumes, ya que era fácil de moldear o esculpir. Los frascos de alabastro eran como pequeñas vasijas sin asas elaboradas con cuello estrecho de manera específica para ungüentos o perfumes, precisamente para que la fragancia no se escapara. Ese cuello estrecho era como un sello para su contenido. Dado ese detalle, María tuvo que quebrar ese sello del frasco de alabastro para ungir al Señor Jesús (Marcos 14:3).

Nuestro amado Salvador también tuvo que ser “quebrado” para que el olor fragante de Su sacrificio llegara a la presencia del Padre, de tal manera que tú y yo pudiésemos ser limpiados del pecado, recibir perdón y ser salvos de la condenación eterna.

Experimentó la humillación y la vergüenza de ser expuesto desnudo ante muchos y ser crucificado en una cruz, símbolo de maldición para los romanos. Siendo Dios pudo haber rehúsado a tomar forma de hombre y sufrir semejante dolor; pudo haber abortado la misión encomendada por el Padre celestial, pero sabía que si lo hacía ninguno de nosotros tendría la oportunidad de la vida eterna.

Por ello, ahora que aún hay tiempo, seamos también ese frasco de alabastro que al ser quebrados en Su presencia, llevemos a todas partes donde vayamos la excelencia de Su fragancia. Que vivamos esas vidas que atraigan a otros a Cristo, por el amor que reflejamos; y no solo al mundo sino entre nosotros como hermanos, como creyentes.

¿Estás dispuesto(a) a ser esa vasija creada por Dios para cumplir Sus propósitos? ¿Estás dispuesto(a) a ser portador(a) de la fragancia de Su amor para que otros lo conozcan? Manténte enfocado, manténte encendido. No pierdas tu pasión por el Señor porque Él nunca la ha perdido por ti. Y si la has perdido, no es tarde para levantarte y encenderla en tu corazón.