Biblia Anual (Mes 11)Ejemplo

Sirviendo en medio de la aflicción

Devocional

Jeremías el profeta había sido apresado por Sedequías rey de Judá, quién al escuchar la profecía que Dios había hablado contra el pueblo de Israel y contra él, se disgustó mucho y lo metió a la cárcel que estaba en la casa del rey. Sin duda, Jeremías no estaba pasando bien esos momentos, él ya había sido antes amenazado de muerte por profetizar el castigo de parte de Dios para Israel por su desobediencia, y esta vez lo habían encarcelado, sin embargo, vemos a un profeta que sigue hablando palabra de Dios en los capítulos 32 y 33.

Servir a Dios no siempre será fácil, el enemigo pondrá obstáculos que traten de sacarte del plan o desviarte del propósito, pero para poder seguir sirviendo en medio de la dificultad, necesitas tomarte de la mano de Dios, estar en constante comunión con Él y pedirle su ayuda.

Lo importante de tu servicio es cumplir con Dios y no tener temor ante ninguna prueba. Jeremías podía haberse retractado y hablar lo que querían escuchar el rey y el pueblo, sin embargo, él se empeñó en obedecer a Dios y cumplir con el ministerio al que Dios le había llamado. Muchos ministros y siervos de Dios han padecido por causa del servicio, pero no dudo, que Dios les ha respaldado y que en medio de la prueba han sido ayudados y favorecidos. Muchos otros, han dado hasta su vida por causa del Evangelio, puesta su mirada en Jesús, de quién también esperan su recompensa.

El Apóstol Pablo fue uno de ellos, quien fue encarcelado también y muerto por causa de predicar el evangelio de Cristo. Seamos como estos hombres que sirvieron y honraron a Dios con sus vidas, no tengas ningún temor de padecer por Cristo, que la recompensa en el cielo es grande para quienes le sirvieron aquí en la tierra.

Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. 7 He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. 8 Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida (2 Timoteo 4:6-8).