Un mundo cansado se regocija — un plan de lectura de AdvientoMuestra

El tiempo ha llegado—¡El Salvador está naciendo! ¡La razón por la que celebramos la Navidad! Pero no fue exactamente como muchos imaginaron que el Mesías llegaría.

José era del linaje de David, y de acuerdo a un decreto, eso significa que José y su familia tendrían que viajar a Belén por el censo. Y aunque no se ajustaba al molde que la gente esperaba, se cumplió la profecía de que El Salvador nacería en Belén (Miqueas 5:2).

Sin embargo, cuando José y María embarazada llegaron, no había

habitaciones disponibles en la ciudad. Todo lo que quedaba era un pesebre en un establo. Un lugar humilde para el nacimiento de Jesús.

Dios pudo haber orquestado para que Jesús naciera en un palacio—o al menos una buena cama. Pero Él no hizo eso. Por el contrario, el Padre envió a Su único hijo a nacer en las condiciones más bajas. Quizás para que significase que todo lo que Jesús haría sería marcado con humildad. Jesús siempre desafiaría las expectativas humanas.

Recuerda que el Dios al que servimos es humilde y modesto de corazón. Pero también recuerda que Él puede y quiere hacer cosas muy diferentes a las que podrías imaginar.