Eres de alto valor

A menudo he tenido la oportunidad de escuchar a muchas mujeres de diferentes posiciones sociales, hablar del concepto que tienen de sí, y es muy frecuente, que no corresponda con la imagen que otros leen de ellas. Tal es el caso de mujeres que han alcanzado logros significativos en diferentes áreas. Por ejemplo, aquellas que han dedicado su vida entera a formar un hogar con valores y principios, transmitiendo del amor de Dios a su familia, o las que de manera valiente se han aventurado a crear empresas, esforzándose para sacar adelante sus proyectos. Otras mujeres, apostaron todo a su crecimiento personal y profesional a través de una carrera universitaria, la práctica de un deporte, el desarrollo de un oficio en particular o un talento, como la música o el arte.

Todas las mujeres que describí anteriormente, tienen algo en común: una imagen distorsionada de sí, un sentido de minusvalía que las llevó a experimentar sentimientos de inferioridad. Tal vez ocasionados por experiencias vividas desde la niñez, como el maltrato, abuso, explotación. Y, en etapas de adultez y madurez, han tenido que lidiar con las exigencias que la sociedad les impone, encajar en estándares o rótulos que no las identifican, afrontar relaciones afectivas no saludables, decepciones etc. En algún momento de mi vida, yo también formé parte de ese grupo de mujeres.

Parece mentira que estas mujeres que proyectan una imagen de seguridad y confianza a los demás, se sientan solas, tristes y sin valor alguno. La respuesta a cómo debemos sentirnos y como debemos valorarnos, se encuentra en la Palabra de Dios. Ella nos recuerda que somos únicas, que fuimos creadas a Su imagen y semejanza y aunque no somos perfectas porque esta es una condición que corresponde solo a Dios, si podemos disfrutar del favor y la misericordia de nuestro Padre Celestial. Salmo 103:4.

No olvides que Dios te aprecia, eres de gran valor y Él te ama. Isaías 43:4