La bendición de orarMuestra
Él nos escucha
Una de las necesidades básicas que todos tenemos es la de ser escuchados. Es triste y altamente decepcionante cuando nuestras palabras llegan a lo que llamamos “oídos sordos”. Cuando expresamos nuestras ideas, opiniones, consejos o deseos y no vemos que sean considerados o estimados, nos sentimos relegados a un lado y preferimos guardar nuestras palabras. Esa sensación de menosprecio no es para nada agradable, y puede llegar a aislarnos de los demás.
Por otro lado, cuando tenemos la libertad y la bendición de ser escuchados, de que nuestras palabras sean tomadas en cuenta, nos sentimos motivados a expresarnos con la seguridad de que no estamos perdiendo nuestro tiempo. Ser escuchados no significa que todo lo que digamos es correcto, o que tiene que ser aceptado. Ser escuchados, sea que se haga o no lo que digamos, es tener la certeza de que nuestras palabras son recibidas y apreciadas.
Todo esto de lo que les hablo está circunscrito a un plano enteramente humano, y dudo que haya alguno de nosotros que no haya experimentado la bendición de ser escuchados, así como la frustración que nos causa el sentir que tal pareciera que le hablamos al aire.
¿Pero qué ocurre cuando nuestras palabras van dirigidas a nuestro Padre celestial? Nos montamos en las alas de la oración y accedemos a Su trono. Vamos con un corazón humilde; a veces con una gran fe, y otras casi desmayando. En ocasiones, llegamos con regocijo y alabanza, pero hay momentos que solo podemos derramar lágrimas.
Lo bueno, lo maravilloso, lo reconfortante es saber que nuestro Dios escucha nuestro corazón. El salmista decía: “Pues aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda” (Sal. 139:4). El acceso al Padre que Jesús ganó para nosotros por su sacrificio en la cruz es una de nuestras mayores y más valiosas bendiciones.
El oído de Dios siempre está abierto para Sus hijos. Hablamos con Él sabiendo que somos atendidos y escuchados. A veces, tratamos de explicarle a Dios nuestras palabras como si tuviéramos que hacernos entender. Pero Él entiende, Él ve, Él conoce.
El rey David, le dijo al Señor: “Pero tú oíste la voz de mis ruegos cuando a ti clamaba” (Sal. 31:22). Así es, mis amados; Él nos oye. Su gracia nos recibe y nos atiende. En todo momento, las puertas de su altar están abiertas para Sus hijos.
Orar es un regalo de Dios, es el amoroso cuidado de Dios que continuamente nos recibe para que le digamos, para que le contemos de nuestras situaciones, de nuestras necesidades, de nuestras peticiones. ¡Qué glorioso saber que el Dios del cielo nos escucha con atención y obra a favor nuestro, que nunca se cansa de escucharnos y que siempre tiene respuesta de amor para nosotros! ¡A Él sea la gloria!
Escrituras
Acerca de este Plan
Dios nos ha dado y nos da innumerables bendiciones. Una de ellas es la bendición de poder hablar con Él. A pesar de saber cuán importante es ir delante de Dios en oración, es una de las áreas con las que más tenemos que lidiar. Unas veces, tenemos momentos íntimos preciosos con el Señor, y otras pareciera que hablamos con nosotros mismos. Volvamos juntos a apasionarnos por la oración.
More
Nos gustaría agradecer a Grettchen Figueroa por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: http://facebook.com/GrettchenStage