HumilladoMuestra
La intercesión nace en el mismo altar de Dios cuando hay un corazón dolido por los perdidos y que ve el mundo de camino a la perdición sin esperanza alguna.
La obligación del sacerdote era mantener el fuego encendido; tenía que renovar la leña del altar “cada mañana”. Hay un altar encendido, un altar personal, dentro de los que oramos a Dios por nosotros mismos, por nuestra familia, nuestra nación, nuestro gobierno, por la iglesia, y por los que sufren.
Cada mañana tenemos que reavivar el fuego del altar. Si permitimos que se extinga, no estaríamos aplicando el principio que Dios enseñó. Debemos mantener nuestro altar y nuestra devoción ardiendo para Dios. No podemos permitir que el fuego se apague bajo ninguna circunstancia.
Muchas veces, la prisa y las muchas actividades hacen que nuestra vida de oración sea casi una obligación: “Señor, bendíceme en este día. Protege mi vida, mi familia… Amén”. Dios requiere algo más. Mantener el fuego encendido implica un poco más de trabajo que solo acercarnos al altar.
Cuando estamos ante el altar, ante el fuego ardiendo, el Señor hace que todas nuestras impurezas se quemen.
Dios está buscando hombres y mujeres que se arrodillen delante de Él no solo para orar por sus propias necesidades, sino también para interceder por los que sufren. Cuando hacemos eso, nuestras oraciones llegan hasta el trono de Dios.
No seremos capaces de interceder si no estamos oyendo el dolor, el clamor de corazón de los que están sufriendo, si no podemos ver sus rostros agonizantes que solo esperan a que llegue la muerte; personas que agonizan, que lloran por el dolor de su enfermedad, pidiendo nuestra ayuda.
Si usted está dispuesto a interceder, prepare un pañuelo grande para su tiempo de oración porque lo empapará de lágrimas.
Tomemos a nuestro Salvador como nuestro ejemplo supremo y comencemos a orar, clamar, gemir, llorar con peticiones fervientes y lágrimas por los que están perdidos. No permitamos que pase ni un solo día sin que esto se convierta en una realidad en nuestra vida.
Escrituras
Acerca de este Plan
La Biblia nos enseña cuán hermoso y maravilloso es evangelizar, y la importancia fundamental que tiene para nuestro Señor Jesucristo. Al leer las Escrituras, entendí que la mayor tarea que tenemos como Iglesia, el Cuerpo de Cristo, es ir a anunciar, proclamar, y decir a todo el mundo que Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida.
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Nos gustaría agradecer a CfaN Christ For All Nations por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: http://www.cfanlatino.org/