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El pecado que mata la amistad

Mi esposa está sorprendida de cómo los hombres pueden pelear y seguir siendo amigos. Los hombres pueden discutir, lanzar algunos puñetazos, disculparse e inmediatamente salir a tomar aperitivos y bebidas (con bolsas de hielo todavía en la cara). Aparentemente, en la experiencia de mi esposa, las cosas son un poco más complicadas para nuestras hermanas en la fe…

Algunos amigos pueden superar algunos golpes casi de inmediato, pero pocos pueden sobrevivir al pecado que mata las amistades. "El chismoso aparta a los mejores amigos", escribe el rey Salomón (Proverbios 16:28). Un chisme presiona el botón nuclear incluso en las relaciones más fuertes. ¿Por qué? Porque las amistades se construyen sobre la honestidad. Lo que realmente nos une es ser auténticos, abrirnos, confesar nuestras debilidades y llevar las cargas de los demás. Pero cuando propagó chismes, cuando lo avergüenzo en lugar de protegerlo, usted aprenderá a fingir frente a mí, aunque no sea por otra razón que la supervivencia.

¿Puedo animarlo hoy a que tome los chismes tan en serio como lo hacen las Escrituras, ya sea en forma de una conversación susurrada, un correo electrónico compartido entre amigos sarcásticos o una apariencia de "solo necesito unos consejos adicionales"? Los chismes tienen el poder de matar uno de los mayores dones de Dios tan rápido como un fuego puede quemar un bosque que tardó una generación en crecer.

Más bien, hable de algo aún más interesante: las bendiciones ilimitadas de conocer a Jesús. "¡Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguna de sus bendiciones!" (Salmo 103:2).