Mantén tu Nombre

Ruth 1:20-21(NVI)

20 —Ya no me llamen Noemí —repuso ella—. Llámenme Mara, porque el Todopoderoso ha colmado mi vida de amargura.

21 »Me fui con las manos llenas, pero el Señor me ha hecho volver sin nada. ¿Por qué me llaman Noemí si me ha afligido el Señor, si me ha hecho desdichada el Todopoderoso?».

Extranjera, viuda y sola; ese era el panorama de la vida de Noemí de regreso a Belén. Toda la ciudad se conmovió al verla. ¿No es esta Noemí? Quizás era notable el paso de los años en ella, pero realmente era notable la gran amargura que cargaba ante la pérdida de su esposo y sus dos hijos en Moab.

Es terrible el dolor ante la pérdida de un ser querido, sea por la separación por la muerte o por la distancia. Esta terrible tristeza llevó a Noemí a cambiar su nombre. “No me llamen Noemí (dulzura), de ahora en adelante soy Mara (afligida).”

La secuencia de eventos dolorosos pueden traer un cambio radical en nuestras vidas. Lamentablemente, no siempre reaccionamos fortaleciéndonos en el Señor. Estos eventos pueden cambiar la esencia de quienes somos y cambiar por completo nuestro nombre.

Cuando olvidamos quién es nuestro refugio en la tormenta, nuestro defensor en nuestras pruebas, quién es nuestro amado, nuestro marido, nos enfocamos en el dolor que estamos atravesando. Cuando solo miramos el dolor, al igual que Noemí, vamos cambiando quienes somos y olvidamos la identidad que hemos recibido de parte de Dios.

Lo más maravilloso, es que aunque nosotros olvidemos quienes somos, Dios nos sigue llamando por nuestro nombre (Isaías 43:1-2). A pesar de que Noemí le echo la culpa de su dolor a Dios (Rut 1:21), el gran amor del Señor redimió la heredad de su difunto esposo y nació Obed (Ruth 4).

Dios desea sanar el dolor que te ha llevado a olvidar quién eres realmente. El deseo de tu amado Padre es restaurar y sustentar por completo tu ser. A que puedas olvidar el dolor del pasado y que tu vida sea más radiante que el sol (Job 11:16-18).

No permitas que las adversidades cambien la esencia de tu carácter y que nada robe el hermoso depósito del amor de Dios en tu ser. Te invito a tener una lista con varias porciones de la Palabra de Dios que te recuerden la identidad que has recibido en Dios y te ayude a mantener el nombre que el Señor te ha dado.