Ajustando La Dirección Del Corazón

Lo que mueve muchas veces nuestra vida es la acumulación de conocimiento adquirido por medio de experiencias, sensaciones, expectativas e incluso ilusiones que hemos tenido o se nos han impuesto. Simplemente decir: "sigue lo que dicta tu corazón" puede ser completamente destructivo

¿Qué podemos hacer? Nos encontramos en un dilema entre ser un humano que busca perseguir lo que su corazón le dicta o vivimos frustrados porque no podemos confiar ni siquiera en lo más íntimo y primitivo que poseemos.

Cuando leemos Marcos 12:1, no puedo evitar pensar en el entrenamiento del corazón en cada etapa para ser conectado con nuestro destino. Como una carrera de obstáculos en la que cada etapa trae consigo desafíos por vencer y oportunidades, no solamente a conquistar una meta, sino para transformarnos por medio de calibrar nuestro corazón.

Éste se dirige hacia donde le hemos permitido posicionarse. El hombre que planta la viña sabe que existe un proceso para llegar del sueño al fruto y de acuerdo a un diseño ubica cada etapa para que la planta sea transformada. Así también Dios ha diseñado para nuestro corazón.

El salmista David, en Salmos 119 habla de una acción con intención para reubicar su corazón. Cuando existe temor es normal que eso te lleve a frenar tu avance, a tener una resistencia a probar nuevas cosas porque es preferible la seguridad de lo conocido, a querer arriesgar demasiado y, a su vez, a sentirte defraudado.

Éstas experiencias negativas pueden convertirnos en estatuas, inertes, atrapados en una emoción, sin poder continuar creciendo. Buscar el reajuste de la posición del corazón ayuda a mantener nuestra relación con Dios fresca, abierta al cambio y con el corazón en movimiento, con vida y gozo permanente.

Oración: Señor guía la dirección de mi corazón, hoy meditaré en tus mandamientos y consideraré tus caminos y hacerlos míos. Anhelo guardar tus dichos y seguir adiestrando mi corazón para el futuro.