Camino a La CruzMuestra
La Victoria más grande, viene después de la mayor entrega
Lucas 24 1:1-3 dice que “El primer día de la semana, al amanecer, las mujeres fueron al sepulcro con los perfumes que habían preparado. Al llegar, se encontraron con que la piedra que cerraba el sepulcro había sido removida. Entraron, pero no encontraron el cuerpo de Jesús, el Señor.”
Introducción
El mensaje de la resurrección viene hoy a nosotros, no es el evento de un día, es la realización de una vida consagrada, que se manifestó para alcanzar esto.
El ejemplo a seguir lo relata el apóstol Pablo, Filipenses 2:5-9 nos enseña que “la actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús, quien, siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos. Y al manifestarse como hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz! Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, “
Todo esto es porque ¡Ha resucitado!
María, María Magdalena y Salomé habían ido a la tumba para ungir el cuerpo del Cristo crucificado. Ellas se habían sorprendido al ver la tumba vacía. Un ángel se puso a un lado del sepulcro y les dijo: “Buscáis a Jesús nazareno.” Luego añadió: “Ha resucitado, no está aquí.”
Esa fue la mayor noticia que el mundo haya oído jamás. ¡Jesucristo había resucitado de los muertos, como lo había prometido!
La resurrección de Jesucristo es la verdad primordial de la fe cristiana. Ella descansa en la raíz misma del evangelio. Sin una fe en la resurrección no puede haber salvación personal. La Biblia dice: “Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.” Tenemos que creer esto, o nunca podremos ser salvos.
Para muchas personas la resurrección ha llegado a ser poco más que un consolador símbolo de la inmortalidad del alma. Pero la resurrección abarca mucho más que la perpetuidad de la vida. Creer en la inmortalidad por sí misma pudiera ser algo trágico y horrible. La Biblia enseña que esa creencia debe ir acompañada de una segura convicción de que Dios garantiza una existencia eterna en su presencia gloriosa, a través de un conocimiento personal de su Hijo.
Comenzamos con el hecho de que al tercer día Jesucristo había resucitado de los muertos, salió de
Cuando se contempla la resurrección de Cristo como un hecho histórico solamente, nos perdemos la maravillosa verdad, de que la resurrección es una victoria suprema para la raza humana, victoria sobre la muerte: “Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho.” Su resurrección de los muertos es la garantía que también para nosotros la tumba ha sido abierta y que seremos también resucitados: “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.”
La resurrección esvictoria sobre las dudas. Parece que hay miles de cristianos esclavos de las dudas. No quiero decir que tales persona dudan de la existencia de Dios o de las verdades de la Biblia. Podemos aceptar todo eso mientras seguimos dudando en nuestra relación personal con el Dios en quien profesamos creer. Algunas personas tienen dudas en en cuanto al perdón de sus pecados, otras dudan de su esperanza de ir al cielo, y aun otras desconfían de su propia experiencia interior.
Durante su ministerio terrenal Jesús hizo una serie de asombrosas afirmaciones y promesas a sus seguidores, que deben de haberles parecido increíbles mientras Él estaba en la tumba. Jesús le había dicho: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” Y El le declaró a Marta: “Yo soy la resurrección y la vida … todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente.” Pero ahora el que había hecho esas promesas estaba muerto, y la tumba estaba cerrada sobre aquel que había prometido vida eterna a todos los que creyeran en Él. Si El no hubiera resucitado, tendríamos suficientes motivos para dudar de la validez de sus promesas.
Pero cuando salió de la tumba, todas sus promesas y sus palabras salieron con Él y hoy viven con gloriosa vitalidad, poder y autoridad.
La resurrección es también la garantía de la victoria sobre nuestros temores. Los temores son estrechos aliados de las dudas. El presidente de la facultad de historia de una de nuestras grandes universidades una vez me expresó esta opinión: “Nos hemos convertido en una nación de cobardes.” No acepté su declaración, pero él arguyó que muchas personas se han mostrado renuentes a seguir in curso so no se trata de algo popular. Incluso si estamos convencidos de que algo es correcto, procuramos no comprometernos porque tenemos temor. Si nos favorecen las probabilidades, nos ponemos de su parte; pero si implica algún riesgo el defender lo que es correcto, procuramos ponernos a salvo.
Si temes a la muerte, a perder la salud o a perder los amigos, examine las palabras de Pablo: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.” Dios nos ha dado una esperanza viva mediante la resurrección de Jesucristo de los muertos. Este y otros pasajes similares señalan el hecho de que ningún cristiano tiene razón alguna ante los ojos de la voluntad de Dios: “Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?”
El poder del Espíritu Santo levantó el cuerpo de Cristo de entre los muertos. Ese mismo Espíritu Santo, ahora obrando en nosotros, puede liberarnos de los poderes de la ansiedad y del temor, y hacer que nos regocijemos en la esperanza segura y gloriosa que Él ha preparado para nosotros.
La resurrección garantiza la victoria en nuestra vida diaria. La victoria que Cristo ganó para nosotros cuando resucitó de la tumba puede verse en nuestra vida cada día. Puede ser manifestado en nosotros y por medio de nosotros en todo lugar y en toda circunstancia su poder resucitador para la gloria de Dios.
Podemos estar conscientes cada día de su victorioso poder obrando en nosotros, por nosotros y por medio de de nosotros para su gloria. Podemos exclamar como el apóstol Pablo: “Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.”
Oración
¡Alabo Tu Santísimo Nombre hoy mi Jesús por tu entrega y sacrificio por mi vida y ruego yo tenga algo de ese valor, amor y entrega por los que amo!
Gracias Señor por éste día porque es real Tu entrega por mí y muchísimas gracias porque es real toooooodos los días de mi vida.
Escrituras
Acerca de este Plan
Este devocional es una invitación a transitar juntos los días previos a la Resurrección de Cristo. Para que preparemos nuestro corazón para celebrar la victoria de Jesús en la Cruz.
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Nos gustaría agradecer a Cristo para Todos por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.instagram.com/cristoparatodos/