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Cuando Hacer Felices a Los Demás Te Hace Sentir MiserableMuestra

Cuando Hacer Felices a Los Demás Te Hace Sentir Miserable

DÍA 2 DE 5

¿Agradar a la gente o seguir a Dios?

Mi amiga y su marido se embarcaron en una gran aventura. Sentían que Dios les llamaba a convertirse en una familia de acogida, acogiendo a niños procedentes de situaciones familiares difíciles y dándoles un lugar seguro para crecer y prosperar.

Habían rellenado el papeleo necesario y lo habían aprobado. Cuando quedé con ella para tomar un café una tarde, esperaba que estuviera entusiasmada y quizás un poco preocupada. Pero no estaba preparada para la historia que me contó entre lágrimas.

Les había contado a sus padres lo que su familia iba a hacer. Sabía que probablemente les harían algunas preguntas porque el acogimiento familiar era que su familia nunca había hecho antes. Pero lo que no esperaba era una oposición rotunda. Sus padres sacaron a relucir todo lo que podía salir mal, transmitiendo no solo su desaprobación de la decisión, sino también su falta de apoyo. Le dijeron que replantearan su decisión porque esos parientes opinadores estaban seguros de que iban a tomar la decisión equivocada.

Se me rompió el corazón por mi amiga. Iban a necesitar apoyo, no solo tangible, con comidas llevadas y ayuda para comprar artículos para los niños, sino también emocional. Qué tristeza para ellos descubrir que no podían contar con el apoyo de algunos de sus familiares.

La abracé y le prometí que nuestra familia estaría allí para ayudarla. Sin embargo, cuando terminamos nuestro tiempo juntas, su ánimo seguía decaído. Pero, sorprendentemente, cuando nos reunimos ese mismo mes, su semblante y su confianza habían cambiado. Tenía tanta curiosidad que tuve que preguntar qué había pasado.

Mientras lidiaba con sus emociones desbordadas, había buscado cuidadosamente al Señor. Tras unos días de oración y lectura de la Palabra de Dios, había descubierto una nueva perspectiva, una conclusión que podía resumir en una simple frase. Me miró y anunció con confianza: «Por fin me he dado cuenta de que no necesito el permiso de ellos para hacer la voluntad de Dios».

Vaya. ¡Qué proclamación tan poderosa!

Sus prioridades estaban equivocadas. Le importaba más lo que sus padres pensaran de la decisión de su familia que lo que ella había discernido que era el plan de Dios. Cuando dejó de poner a estas personas en el lugar de Dios, estuvo más dispuesta a lidiar con cualquier resultado desagradable.

Gálatas 1:10 (nvi) plantea una pregunta importante. El apóstol Pablo la planteó por primera vez hace siglos, pero sigue siendo pertinente para nosotros hoy: «¿Qué busco con esto: ganarme la aprobación humana o la de Dios? ¿Piensan que procuro agradar a los demás? Si yo buscara agradar a otros, no sería siervo de Cristo».

¡Espera! ¿Qué? ¿La gente de los tiempos bíblicos luchaba por complacer a la gente? Sí, lo hacían.

La palabra griega que se traduce al español como agradar es areskó. En esencia, significa «acceder a satisfacer a otro para ganar su aprobación, afecto o atención; satisfacer sus expectativas; servir de buena gana». Conocer esta definición tan completa hace que el verso resalte mucho más de lo que lo hace al leerlo en español.

Odio admitirlo, pero hay tantas veces que me entrego a la voluntad de otra persona en lugar de elegir audazmente y con valentía lo que más agradaría a Dios. Ahora, por supuesto, si lo que otra persona desea está en línea con la voluntad de Dios, eso es totalmente diferente. Sin embargo, cuando sentimos esa punzada de tensión, debemos elegir poner el placer de Dios por encima de apaciguar a la gente y decidirnos a decir la verdad con audacia, teniendo cuidado de no herir los sentimientos de nadie.

Decidamos buscar el plan del Señor en lugar de perseguir la aprobación de los demás. No siempre será fácil, pero Dios es fiel siempre. Él puede enseñarnos a vivir con confianza nuestra vida a pesar de las expectativas y opiniones de los demás.

Responder

¿Te has sentido alguna vez limitado por tus acciones porque querías la aprobación o la admiración de otra persona? ¿Qué ha pasado?

Piensa en esta frase: «No necesitas el permiso de otros para hacer la voluntad de Dios». ¿Hay alguna situación en tu vida en la que necesites aplicar esta frase?

Oración

Padre, enséñame que no soy el único responsable de los sentimientos de los demás, sino que soy responsable ante ti de mis acciones. Concédeme audacia cuando la necesite; palabras tiernas, pero directas, cuando sean necesarias. Que aprenda a manejar la tensión entre complacerte a ti y relacionarme con los demás. En el nombre de Jesús, amén.

Escrituras

Día 1Día 3

Acerca de este Plan

Cuando Hacer Felices a Los Demás Te Hace Sentir Miserable

¿Eres alguien que siente la obligación de complacer a la gente? Aprende a romper el patrón de complacer a la gente y a vivir tu vida con confianza. Este devocional de cinco días está basado en el estudio bíblico "Cuando hacer felices a los demás te hace sentir miserable" de Karen Ehman.

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Nos gustaría agradecer a HarperCollins/Zondervan/Thomas Nelson por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.editorialhccp.com/9781400231997/cuando-hacer-felices-a-los-demas-te-hace-sentir-miserable/