Reconociendo Tu Llamado a LiderarMuestra
Cuando Dios te llama hay que obedecer
Veamos la diferencia entre una meta y un sueño:
Una meta es algo que decides cumplir en un tiempo determinado, con un esfuerzo específico, basado en tus habilidades humanas, quizás acompañado de fe y un poco de ayuda de Dios para resistir en el tiempo lo que en sí mismo trae el recorrido hasta alcanzarla.
Por su parte, un sueño va mucho más allá; trae consigo la posibilidad de entender el corazón de Dios. Te lleva a creer que hay algo más intenso que provoca pasión en ti y que, definitivamente, lograrlo no depende únicamente de tus talentos y esfuerzo, sino de una fe sobrenatural que le permita a Dios hacer eso que Él desea, a través de ti.
Un sueño que viene de parte de Dios no puede ser de otro tamaño que no sea, valga la redundancia, del tamaño de Dios. La revelación de tu propósito en sí mismo, no es otra cosa que el destino de la humanidad por generaciones, a través de una persona que se propone creerle a Dios y obedecerle. Esa persona eres tú.
Cuando analizamos los grandes hombres de la Biblia, sin duda alguna, de todos ellos Abraham impacta porque su llamado es casi que primogénito y sobre él reposaría una palabra en tres dimensiones:
- Un mandato: Dios prueba la obediencia de Abraham y le dice: “Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré”. (Génesis 12:1)
- Una promesa personal: Dios le declara directamente una palabra sobre su llamado y le enseña: “Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición” (Génesis 12:2)
- Una revelación generacional: Dios le marca un destino a toda una generación y a las generaciones venideras diciendo: “Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra”. (Génesis 12:3)
Abraham pudo, humanamente hablando, caer al suelo y decir: “Seguramente esto me lo inventé yo”. Quizás pensaría: “Me estoy volviendo loco, oigo voces” o “Tan cómodo que estoy aquí, tan feliz que me siento…” Sin embargo, lo único en lo que pensó fue en obedecer.
El patriarca era un anciano y una vez recibida la palabra de parte de Dios “(…) se fue Abram, como Jehová le dijo; (…). Y era Abram de edad de setenta y cinco años cuando salió de Harán”. (Génesis 12:4).
Cuando Dios te llama la única opción es obedecer.
Escrituras
Acerca de este Plan
Todos los grandes hombres y mujeres de Dios, que han ejercido liderazgo, han comenzado reconociendo y obedeciendo una palabra que revelaba el corazón del Creador para ellos. Tú estás llamado a alcanzar un sueño que trascienda generaciones, hay una palabra con propósito para ti. Si estás en ese momento en el que humanamente no sabes por dónde empezar, este plan de lectura es para ti.
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Nos gustaría agradecer a ELAI: Escuela de Liderazgo de Alto Impacto por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: http://www.liderazgoelai.org/