Los que caminamos en CristoMuestra

Dios está más cerca de lo que nos podemos imaginar.

Los que caminamos con Cristo podemos contar con que Dios está más cerca de lo que nos podemos imaginar. Qué privilegio entender que el Rey de reyes y Señor de señores tiene su oído presto a escuchar la voz de sus hijos. Cuando necesitamos algo ahí está él, cuando tenemos una petición, Dios con gusto la atiende. La clave es que invoquemos y le llamemos de corazón y con sinceridad. A Dios le agrada un corazón humilde y presto a escuchar su voz.

El llanto es inevitable, es parte de la vida en diversas etapas. El hecho de que somos de Dios no quiere decir que no tendremos tiempos difíciles que causan llanto. Jesús mismo lloró. ¡Guau!, pensemos en esto, si Dios en carne teniendo todo y pudiendo hacer todo, tuvo su tiempo de llanto, ¿cuánto más nosotros que no somos perfectos? Jesús supo a quién ir en este momento de angustia. Él acudió a su Padre. Nosotros igual en momentos de llanto y de dificultad podemos acudir al Padre que nos ama, quien es el perfecto consolador. Entendamos que el tiempo de llanto es temporal y Dios prometió enjugar nuestras lágrimas y transformarlas en gozo eterno. Somos más que bendecidos en tiempos de llanto ya que la promesa es que seremos consolados.

A un versículo muy conocido se le llama «La regla de oro», ya que es uno de los versículos clave para el diario vivir. Si lo aplicamos y lo vivimos tendremos una mejor calidad de vida. Es fácil de explicar esta regla: De la manera que quieres que la gente te trate, así las tienes que tratar tú. Lo que sembramos vamos a cosechar. Si damos amor vamos a recibir amor. Si damos odio vamos a recibir odio. Aplica esta «regla de oro» en todos los ámbitos de la vida: familia, relaciones, amistades, trabajo, negocios y demás. Que sea una de las columnas de nuestro diario vivir. Jesús nos dejó este ejemplo de vida para vivirlo en nuestro caminar con él.

Reflexionemos

¿Acudimos al Padre Celestial en momento de angustia? ¿Sabes en tu interior que él está para ti? Cada día, con sus tristezas o alegrías, en nuestro caminar con Cristo, sabemos que el Padre está con nosotros.

Oremos

Padre amado, te alabo por mi caminar en Cristo, por la libertad que tengo en él cada día y la fortaleza para enfrentar cada situación compleja y difícil.