Fe Muestra
La fe que abre el maravilloso mundo divino
Hacía mucho tiempo que sus padres habían muerto, y su hermano era como el sostén de la familia, pero había fallecido recientemente. Sin embargo, Jesús había llegado recién cuando ya habían transcurrido cuatro días de la muerte de Lázaro. Entones Marta murmuró contra el Señor, diciendo: “Si hubieras estado aquí hace cuatro días atrás, mi hermano no hubiera muerto. ¿Por qué has llegado tan tarde? Ya no hay esperanza para nosotras”. Marta y María estaban desesperanzadas en la tercera dimensión. En la cuarta dimensión, Jesús es el mismo ayer, hoy y para siempre, pero Marta creía en el Jesús de hace cuatro días atrás, y no en el Jesús de ahora. Aquí encontramos el gran error de la fe de Marta. La fe no debe cambiar por causa de las circunstancias. Sin embargo, Marta no tenía esa clase de fe. Analicemos nuestra fe en base a la conversación de Jesús y Marta. “Señor, le dijo Marta a Jesús, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que aun ahora Dios te dará todo lo que le pidas. Tu hermano resucitará, le dijo Jesús. Yo sé que resucitará en la resurrección en el día final, respondió Marta. Entonces Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera; y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás. ¿Crees esto?” (Juan 11:21-26).
¿No le resulta algo extraño el diálogo entre Jesús y Marta? Si estudia el texto minuciosamente, se dará cuenta que Jesús está intentando transmitirle una enseñanza importante. Por un lado, Jesús está hablando el lenguaje de la fe para que la cuarta dimensión obre, pero por otro, Marta no está ni siquiera preparada para oír las palabras de fe. En una frase, la fe de Marta era una fe falsa. Jesús le estaba diciendo: “tu hermano resucitará”, pero Marta reaccionaba diciendo: “En el día de la resurrección, claro”. Además, Jesús le estaba diciendo: “Yo soy la resurrección y la vida. Aquel que cree en mí, aun muerto, vivirá, y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente, ¿crees esto?” Pero Marta solo atinaba a responderle, diciendo: “sí, lo creo. Tú eres el Cristo, el Señor”.
A primera impresión, pareciera que Marta está confesando por fe, pero si analizamos cuidadosamente el texto, nos damos cuenta que Marta no está respondiendo a la pregunta. Marta no creía en Jesús, sino que solo lo conocía. Conocer y creer son dos cosas totalmente distintas. La fe no es solo creer en Jesucristo, el Hijo de Dios, sino que uno debe sujetarse a su voluntad y su justicia, y renunciar a su propio juicio y decisión. Si Dios nos habla, debemos creer y seguir a Dios, por más que nuestro intelecto no lo acepte, ni las circunstancias nos acompañen.
La siguiente escena que muestra la Biblia es cuando Jesús se dirige a la tumba junto a Marta y María, y llora. Jesús no lloró, porque estaba triste por la muerte de Lázaro, pues ya sabía que Lázaro iba a resucitar. Jesús lloró por la fe muerta que tenían Marta y María. ¿Cómo podemos saber que la fe de Marta, quien confesaba la fe, era una fe muerta? Si las dos hermanas hubieran tenido una fe genuina, entonces, no habría por qué desesperanzarse, atemorizarse y frustrarse. Ellas estaban entristecidas por su carga, porque no creían en Jesús, aunque el Señor estaba allí mismo presente. El Señor lloró por la incredulidad que estaban demostrando María y Marta.
La fe muerta no puede atraer ni hacer experimentar la cuarta dimensión de Dios. Así como le ha sucedido a Marta, muchos no se dan cuenta de esto, por más que la cuarta dimensión pase frente a ellos. La obediencia requiere una decisión, pero si uno no confía en la otra persona, no puede obedecer. La reacción de Marta justamente habla de esto. Esta escena se presenta cuando Jesús estaba en frente a la tumba de Lázaro. El diálogo sigue, pero la falta de comunicación también continúa. “Quiten la piedra” (Juan 11:39). A pesar de la incredulidad de Marta, Jesús insiste con el lenguaje de la fe. Aun así, la reacción de Marta no cambia. Esto es una muestra de una típica desobediencia. Es más, se podría decir que se trata de una rebeldía. Jesús se vio sorprendido por la falta de fe de sus dos discípulas como María y Marta.
“¿No te dije que si crees verás la gloria de Dios?” (Juan 11:40). Afortunadamente, la reacción de Jesús produjo un cambio de actitud. Se arrepintieron de no haber creído en las palabras de Jesús, y decidieron creerle. Asimismo, si es usted una persona incrédula y que no obedece, pero luego de oír la Palabra de Dios, ha decidido creerle, entonces, Dios lo acepta.
El Señor quiere ver nuestra fe. Una fe invisible no es fe. Las Escrituras dicen en reiteradas oportunidades que el Señor viendo la fe, decía: “Según tu fe sea hecho”. El Señor puede ver nuestra fe. Por tanto, una fe genuina es una fe visible. Por el contrario, una fe invisible no es una fe genuina. La tierra deja de ser tierra cuando la misma se sumerge por debajo del nivel del mar. La tierra es tierra cuando permanece sobre el nivel del mar. Una fe invisible no es fe. La fe genuina es aquella que se ve. Jesús les estaba pidiendo a Marta y María que pongan en obra esa fe visible.
En ese instante, el Señor dijo en frente de la piedra: “¡Lázaro! ¡Ven fuera!” Todos estaban observando la escena con algo de tensión. Marta y María también estaban expectantes. Todas las miradas apuntaban la puerta de la tumba. De repente, se observó una sustancia blanca, pero al poco tiempo, todos se dieron cuenta de que era Lázaro, quien estaba con vendas, y su rostro envuelto en un sudario.
Jesucristo es el mismo antes y después de la muerte de Lázaro, el mismo ayer, hoy y para siempre. El milagro de Dios había ocurrido. Asimismo, el milagro ocurre aun hoy día para todos aquellos que creen y obedecen a Dios.
Escrituras
Acerca de este Plan
Esta nueva serie de 4 planes ha sido especialmente diseñada en honor al Dr. Yonggi Cho (1936-2021). Cambia tu fe, y vive en la Cuarta Dimensión.
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Nos gustaría agradecer a La Cuarta Dimension Latinoamerica por brindar este plan. Para mayor información por favor visite: https://libreriapeniel.com/producto/fe-que-traera-felicidad-ed-bolsillo/