En medio del dolorMuestra
Clamándole a Dios
Hace un año, cuando pasé por un episodio de ansiedad y depresión, me dijeron: necesitas hablarlo con Dios.
Esa noche casi me arrastré a mi habitación, y cuando empecé mi oración lo único que salió de mí fue “Señor, yo no sé que debo decirte…” acompañado de lágrimas.
Luego de un momento de repetir frases y versículos, yo ya no hablaba con él, gritaba.
Grité mi dolor y miedo porque para mí la depresión y tristeza era un símbolo de debilidad y no quería ser débil. Quería ser fuerte y demostrarles a todos que podía con todo lo que se me ponía en frente, como si fuera mi obligación ser invencible. Grité mi ira por no haber actuado a tiempo. En mi mente no dejaba de repetir que él era Dios y aún así yo sentía que solo me veía desde lejos mientras todo se me caía a pedazos. Le pedía que al abrir mis ojos todo haya sido parte de una pesadilla y que él me demostrara que estaba en control de todo.Grité el miedo que tenía al futuro, el miedo de no ver casi nada de los planes que hice en mi mente y el terror de decepcionarlo miles de veces más.
Literal… GRITÉ, y cuando yo lo encaraba como un huracán sin control, él me encaró como una suave brisa que al final logró calmarme.
Luego de desahogar todo lo que mi alma tenía, me recordó que la tristeza profunda está permitida, que él la vivió y que sabe cómo se siente un ataque de ansiedad antes de caminar hacia algo.
Me susurró que él no estaba lejos de mí mientras mi mundo se desmoronaba, que él estuvo conmigo ante cada decisión y que muchas veces me aconsejó y otras confió en mi capacidad de saber lo que quiero para ser feliz.
Me sonrió mientras me dijo que en mi futuro sí estaba él y que era lo más seguro que tendré para siempre. Mi futuro solo brilla si voy con él.
Aprendí que en mis encuentros con Dios no siempre hablar ayuda, porque para mi el gritar, llorar, preguntar y callar a veces es la manera en la que mejor me comunico con él. Me comunico mejor desnudando el corazón.
Lo amo por escuchar mis gritos y reclamos, por escucharme quejar de mis propias ideas y decisiones, por tener la paciencia de esperar a que el agua esté calmada para amarme y verme con dulzura.
Si hoy algo te pesa en el alma… Dilo (o grita) a Dios.
Escrituras
Acerca de este Plan
¿Estás en una situación difícil, en un momento de dificultad, y sientes que no hay nadie alrededor? Sé lo que se siente, escuchar que vendrán tiempos mejores que parecen no llegar. Soy Gabriela Rodríguez Calle y durante 4 días caminaremos hombro con hombro, recordando que Dios está contigo en medio del dolor.
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Nos gustaría agradecer a Reflexiones de bolsillo por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://reflexionesdebolsillo.com