Oyendo Como Los SabiosMuestra
Un gran tesoro
Los que somos hijos de Dios por nuestra fe en Jesucristo, hemos sido bendecidos con grandes y maravillosas bendiciones del cielo. Independientemente, del escenario que estemos viviendo y las experiencias que tengamos, no podemos olvidar el tesoro que Dios ha puesto en nuestras manos. Pablo dijo: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo.” Ef. 1:3
Aunque son muchas estas bendiciones, quiero centrarme hoy en la riqueza que poseemos los que tenemos la Palabra de Dios. No me refiero a tener la Biblia como una de nuestras propiedades, hay quienes la tienen y es como si no la tuvieran. Hablo de los que gozamos del privilegio de tener la Palabra como lámpara para nuestros pies y lumbrera para nuestro camino. Sal. 119:105
Cuando el profeta Jeremías cumplía su ministerio profético, padeció muchos desprecios y ataques contra su vida. Estaba haciendo la voluntad de Dios y eso le acarreó muchas vicisitudes. En medio de sus batallas, él hace una declaración muy significativa: “Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mí, oh Jehová Dios de los ejércitos.” Jer. 15:16
Eso es precisamente lo que es la Palabra de Dios, gozo y alegría para nuestro corazón. En ella encontramos el consejo de Dios para nuestras vidas, palabra de fe y de esperanza. En los momentos más oscuros, ella ilumina el alma; en los momentos de incertidumbre ella alumbra nuestro camino. Allí están contenidas todas las promesas de Dios que nos ayudan a seguir esperando y confiando. Cada libro es un tesoro en el que vemos a Dios hablando, obrando, dirigiendo, animando y consolando.
El salmo 119 es un poema hermoso que ilustra y describe la dependencia de un hombre de la Palabra de Dios. Y es que, la verdad es que la necesitamos con urgencia y en todo tiempo. El salmista le decía a Dios: “Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley.” Salmo 119:18. Necesitamos que el Espíritu Santo de Dios abra nuestro entendimiento para que podamos leer, entender y digerir la Palabra de Dios.
Lamentablemente, muchos cristianos no se detienen a estudiar y escudriñar las Escrituras. Se privan a sí mismos del disfrute de las palabras que Dios nos ha dejado para que vivamos vidas victoriosas, sea que haya bonanza o adversidad. Tenemos que hacer lo que hizo María, cuando aprovechó la presencia de Jesús para sentarse a escuchar sus palabras. Sin duda, como dijo Jesús, esa es la mejor parte.
María había aprendido a oír como los sabios.
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Agradezco al pastor Jonathan Riddering por su colaboración en el diseño gráfico.
Acerca de este Plan
El poder oír como oyen los sabios es un don de Dios, que todos debemos procurar. Necesitamos sabiduría y nuestro Padre celestial nos la quiere dar. En este plan reflexionaremos acerca de la bendición de poder escuchar como los sabios.
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Nos gustaría agradecer a Grettchen Figueroa por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: http://facebook.com/GrettchenStage