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Oyendo Como Los SabiosMuestra

Oyendo Como Los Sabios

DÍA 5 DE 5

Un gran tesoro



Los que somos hijos de Dios por nuestra fe en Jesucristo, hemos sido bendecidos con grandes y maravillosas bendiciones del cielo. Independientemente, del escenario que estemos viviendo y las experiencias que tengamos, no podemos olvidar el tesoro que Dios ha puesto en nuestras manos. Pablo dijo: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo.” Ef. 1:3

Aunque son muchas estas bendiciones, quiero centrarme hoy en la riqueza que poseemos los que tenemos la Palabra de Dios. No me refiero a tener la Biblia como una de nuestras propiedades, hay quienes la tienen y es como si no la tuvieran. Hablo de los que gozamos del privilegio de tener la Palabra como lámpara para nuestros pies y lumbrera para nuestro camino. Sal. 119:105

Cuando el profeta Jeremías cumplía su ministerio profético, padeció muchos desprecios y ataques contra su vida. Estaba haciendo la voluntad de Dios y eso le acarreó muchas vicisitudes. En medio de sus batallas, él hace una declaración muy significativa: “Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mí, oh Jehová Dios de los ejércitos.” Jer. 15:16

Eso es precisamente lo que es la Palabra de Dios, gozo y alegría para nuestro corazón. En ella encontramos el consejo de Dios para nuestras vidas, palabra de fe y de esperanza. En los momentos más oscuros, ella ilumina el alma; en los momentos de incertidumbre ella alumbra nuestro camino. Allí están contenidas todas las promesas de Dios que nos ayudan a seguir esperando y confiando. Cada libro es un tesoro en el que vemos a Dios hablando, obrando, dirigiendo, animando y consolando.

El salmo 119 es un poema hermoso que ilustra y describe la dependencia de un hombre de la Palabra de Dios. Y es que, la verdad es que la necesitamos con urgencia y en todo tiempo. El salmista le decía a Dios: “Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley.” Salmo 119:18. Necesitamos que el Espíritu Santo de Dios abra nuestro entendimiento para que podamos leer, entender y digerir la Palabra de Dios.

Lamentablemente, muchos cristianos no se detienen a estudiar y escudriñar las Escrituras. Se privan a sí mismos del disfrute de las palabras que Dios nos ha dejado para que vivamos vidas victoriosas, sea que haya bonanza o adversidad. Tenemos que hacer lo que hizo María, cuando aprovechó la presencia de Jesús para sentarse a escuchar sus palabras. Sin duda, como dijo Jesús, esa es la mejor parte.

María había aprendido a oír como los sabios.


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Agradezco al pastor Jonathan Riddering por su colaboración en el diseño gráfico.



Día 4

Acerca de este Plan

Oyendo Como Los Sabios

El poder oír como oyen los sabios es un don de Dios, que todos debemos procurar. Necesitamos sabiduría y nuestro Padre celestial nos la quiere dar. En este plan reflexionaremos acerca de la bendición de poder escuchar como los sabios.

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Nos gustaría agradecer a Grettchen Figueroa por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: http://facebook.com/GrettchenStage