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Cómo proteger los matrimonios

Tanto si estás casado como si no, imagina esto. Estás viendo a la persona que decidió renunciar a su corazón, algunos sueños, su cuerpo, sus años y su soltería porque se comprometió a unirse a ti en una sociedad exclusiva y de por vida de amor desinteresado. Estás a punto de decirle que pusiste todo eso y mucho más en juego porque alguien estaba coqueteando contigo en el trabajo, o porque creías que no te escuchaba, o porque sentías que había perdido su pasión en el dormitorio.

Nadie quiere terminar siendo parte de esa conversación. Pero muchos de nosotros lo haremos. Tal vez descuidemos los deseos de nuestro cónyuge. Tal vez disfrutemos el tiempo a solas con alguien más. Tal vez dejemos que la pornografía, el trabajo o el ministerio se interpongan en nuestro matrimonio. Si un consejero matrimonial nos recomendara alguna de estas cosas para tener una relación más saludable, perdería nuestra confianza. ¡Dejemos de lado los malos consejos adúlteros y sustituyámoslos por cosas buenas!

1. Reduce los riesgos radicalmenteEl riesgo es para los deportes extremos, los fondos de jubilación y los negocios, no la fidelidad. Es genial correr riesgos juntos, como mudarse a un lugar nuevo o emprender aventuras de Dios. Pero no arriesgues tu relación. En cambio, aviva el fuego de tu fe. Nunca hables mal de tu cónyuge con otras personas. Jamás. Rodéate de matrimonios sólidos. Por último, evita situaciones de riesgo con el sexo opuesto. ¿Es realmente tan importante ir a algún lugar solo con el sexo opuesto? Nuncaestés solo o sola con las personas incorrectas.
2. Riega tu césped.Si el césped es más verde del otro lado, entonces riega tu propio césped. Descubre los lenguajes de amor de tu cónyuge y llénalo con un servicio apasionado. Lava los platos. Ve a consejería. Ejercita. Escucha. Despídete de ese par de pantalones deportivos. Estén solos juntos, espiritualmente juntos e íntimamente juntos. Haz de tu cónyuge el ser humano más importante de tu vida. Ponlo antes que los niños, el trabajo, el dinero, las cosas, los pasatiempos y, sí, ¡tu propia madre! Ámalo como Cristo ama a la Iglesia.
3. Comprende la devastación del adulterio.No importa lo que digan al respecto las novelas románticas y los triángulos amorosos de la televisión, el adulterio devasta vidas. Daña a las dos personas involucradas y a sus hijos, a sus familias, a sus amigos, a sus compañeros de trabajo, a las personas que los admiran, a sus negocios, a sus ministerios y al futuro de su matrimonio. Esa es la lista corta. Es feo y nunca vale la pena. Googlea esto: ¿Cuántas aventuras se convierten en matrimonio?
4. Conoce las Buenas Nuevas de Dios. Incluso cuando somos infieles, Dios es fiel. Claro, el adulterio es motivo de divorcio, pero también es motivo de perdón. Cristo murió por todos los pecados. Si has experimentado adulterio, hay sanidad disponible. Mira a Cristo, encuentra la fuerza para perdonar, busca consejo, recupera la confianza y haz la ardua pero increíblemente poderosa obra de restauración.