Afligido BienMuestra

Desde hace muchos años, ha habido algunas ideas radicales en la iglesia cristiana con respecto a la fe, cómo ejercerla y qué esperar de un Dios soberano cuando lo haga. Algunos sugieren que necesitas confesar positivamente lo que quieres de Dios (eliminación de la enfermedad, seguridad continua, no experimentar pérdida, etc.) y creer con todo su corazón por ello, y Él le otorgará todo lo que desee orar por. Algunos han ejercido fe de esta manera por sus seres queridos que estaban enfermos, solo para ver cómo la enfermedad los reclama en la muerte. Entonces, ¿era su fe demasiado débil? No.

Si bien todos estamos llamados a ser valientes en nuestra fe, también debemos equilibrar eso con el conocimiento de que servimos a un Dios soberano, cuya voluntad a veces requiere que las personas que amamos transmitan. Nosotros no podemos controlar a Dios. La fe significa que debemos confiar incluso ante el dolor y la pérdida. Debemos participar en el proceso de duelo para que aquellos que permanecen en nuestras vidas mientras están en esta tierra todavía tengan acceso a nuestros corazones y salud, amor y dones. Debemos llorar bien no solo por nosotros mismos y nuestra propia curación, sino también por el resto de nuestros seres queridos que nos necesitan y quieren que estemos presentes con ellos.

ORACIÓN: Señor, fortalece mi fe para que tenga el valor de pedirte las cosas que tú quieres para mí. Recuérdame que no eres un Dios que pueda manipular o controlar, sino un Dios al que puedo acercarme. Dame el corazón para creer que lo que ha pasado en esta pérdida puede servir un bien mayor para ti y tu voluntad para mi vida. Estoy agradecido por Tu presencia y Tu fidelidad en mi vida. Ahora mismo, vengo a ti pidiendo que derrames tu Espíritu sobre mí. Continúa fortaleciéndome cuando deba cargar con el peso de una gran pérdida. Te pido que lo hagas, dame una paz sobrenatural. Evita que guarde mi dolor en mi interior o que lo deje pasar. dictar la forma en que vivo mi día a día. Ayúdame a abordar mi pérdida como un proceso, uno en el que puede llorar bien y recuperarse bien. En todo, entrego mi voluntad a la tuya, mi corazón a la tuya, y confía en que mientras camino por el valle de la muerte, realmente estás conmigo, guiándome y consolándome. En el nombre de Cristo, amén.

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