¡Vergüenza! 7 Claves Para Vivir Con La Cabeza AltaMuestra

¿Vergüenza o miedo?

¿Alguna vez has querido hablar con alguien acerca de Dios pero al final has dejado pasar la oportunidad? A mí me ha pasado muchas veces, así que te comprendo perfectamente...

Todos conocemos este pasaje de la Biblia, en el que el apóstol Pablo dice: “no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree...” (Romanos 1:16). Y muchas veces, aún así, seguimos teniendo problemas a la hora de hablar a la gente acerca de Dios, y eso nos hace sentir en cierta forma avergonzados. ¿Te ha pasado esto alguna vez a ti?

Creo sinceramente que las veces que al final no te has atrevido a hablar de Dios no es porque te avergonzases de Él o de Su Palabra. Creo que más bien ha sido porque seguramente tenías miedo de no saber cómo abordar la conversación, o qué hacer si te hacían preguntas que no sabías cómo responder... o puede que haya sido incluso por miedo a las malas reacciones que ciertas personas pudiesen tener contra ti al mencionar a Dios. 

El miedo nos paraliza, y nos hace sentir avergonzados de nosotros mismos. Pero sentirte condenado y avergonzado cada vez que no te atreves a hablar de Dios no te servirá de nada: solo te hundirá más, ¡y eso es lo que el enemigo quiere! No, la clave aquí está en ser capaz de ver qué es lo que te está frenando, y pedirle al Señor sabiduría para corregirlo:

• ¿Te falta un plan claro a la hora de hablar de Dios a la gente?
• ¿Tienes inseguridad al hablar?
• ¿Tienes miedo de las preguntas que te puedan hacer?

El Señor quiere revelarte qué es lo que te hace falta. 

Querido/a amigo/a, cuando vences el miedo en tu vida, puedes dejar atrás la vergüenza. ¡Eso te hará más libre en tu ser interior, y te permitirá evangelizar de manera eficaz! No te acuses ni te condenes: Dios está obrando en tu vida, y cuanto más le busques, más verás las soluciones, y más libre serás para hablar con confianza y libertad acerca de Él. 

¡Sigue adelante! Dios está contigo, y Él no se avergüenza de ti.

¡Eres un Milagro!
Christian Misch