Lo Entenderás Después... Muestra

"Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra."

¿Qué haré mañana? Mañana me toca despertar y pasar por la puerta de su habitación, veré su guardarropa con prendas que todavía guardan su perfume.

Aquella madre que todavía abraza una prenda de bebé que nunca nació, y que todavía apoya un par de escarpines en la palma de su mano simulando que caminan.

No hay explicación para aquella hija que nunca podrá experimentar en carne propia el abrazo de su madre. O aquel niño que jugando al futbol nunca oirá desde afuera la arenga de su padre. 

Lo cierto es que creemos que no tenemos las fuerzas para enfrentar el mañana.

Nos queda la dura tarea de caminar el dolor. ¿De dónde obtengo las fuerzas? El socorro viene de Jehová.

Decir que nuestro socorro y fortaleza viene de Dios en momentos como estos parece ser una respuesta facilista o una “frase armada” pero en realidad es lo que más nos cuesta y esto tiene una explicación. 

En el salmo 121 se cree que el salmista iba en un peregrinaje. Al mirar las montañas afirmó que su socorro viene del Señor.

Las montañas representan todo lo creado, todo lo natural. Las personas, los métodos, estrategias terrenales para calmar nuestro pedido de socorro.

Las montañas son imponentes, suelen impactarnos con su grandeza y por más grandes y hermosas que sean están por debajo del Creador.

Siempre leer un libro nos ayuda, tener buena compañía, no quedarnos solos, tener personas que nos escuchen, pero al fin y al cabo podemos ver a las personas, hojear el libro y palpar la compañía.

El salmista va más allá afirmando que el socorro que necesitamos viene de Aquel a quien no podemos ver y tocar, a quien físicamente no podemos experimentar sino mediante la fe en sus promesas y en su palabra.