¿Cómo Aceptar Que Murió, Que Ya No Está?Muestra

“Ya No Está, No Te Necesita”

Nunca va a ser fácil adaptarse a la ausencia de un ser amado, es totalmente comprensible el dolor que se siente y el asumir la vida sin la compañía de esa persona no es tarea sencilla. Sin embargo, cuando nuestra fe reposa en Cristo Jesús, es muy diferente atravesar por una circunstancia como esta, entendiendo que es de Él de quien proviene la fuerza y la sabiduría para seguir adelante. “Aunque difícil, confía en que este tiempo también pasará, Él no te dejará ni te abandonará”.

Esa persona que falleció ya no está, no te necesita; quizá tú puedes pensar que tú sí le necesitas, pero tampoco es así, si realmente tu confianza está en Cristo Jesús. Por qué: porque a Dios no se le pasó por alto ni lo tomó por sorpresa la muerte de tu ser querido y Él sabe perfectamente qué necesitas y qué necesitarás de aquí en adelante; lo necesitas a Él, a su Hijo Jesús obrando en ti su perfecta voluntad en el poder de su Espíritu. Necesitas aferrarte a sus promesas para que no desmayes, necesitas fortalecer tu fe en Jesús, conocer su Palabra y comprender estos tiempos que enfrentas, incluido el propósito por el cual Dios los está permitiendo en tu vida.

Esa persona que falleció no necesita nada de ti ni de este mundo, ni siquiera de Dios; sabes por qué, porque muerto está, nada siente, nada oye, nada ve, nada sabe, nada bueno ni nada malo puede hacer. No necesita tus oraciones, tus homenajes o flores, absolutamente nada. Los muertos yacen en la tumba; los hijos de Dios que mueren dejan de existir hasta el tiempo de la resurrección para vida eterna, hasta ese momento sus cuerpos quedan en el sepulcro y en el momento en que mueren el Espíritu que les fue dado por Dios regresa a Él; los que mueren sin Cristo, también bajan al sheol y también serán resucitados para el juicio como lo ha prometido Jesús.

Las personas que fallecen no están en el cielo y menos en un lugar de tormento; por qué, porque Jesús aún no ha venido para resucitar a los que murieron en Él para vida eterna, aún no ha resucitado a los que estarán en el tiempo del juicio; aún nadie ha sido juzgado ni arrojado al lago de fuego para destrucción; pero esto sucederá, indudablemente.