[Grandes Versos] Principios De Vida De SantiagoMuestra

Tres principios llenos de energía

Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse.

Un verso corto con tres principios llenos de poder. Estos tres axiomas son tan simples que la mayoría de la gente los pasa por alto y hace lo contrario: son lentos para escuchar, rápidos para hablar y para enojarse. Pero el hombre o la mujer sabio no los pasan por alto. Los sabios son rápidos para oír, lentos para hablar y lentos a la ira, así como era Cristo.

Primero, sé rápido para oír. La primera responsabilidad del amor es escuchar. La gente se muere de ganas por ser escuchada y entendida. Si escuchamos a la gente, realmente escuchamos a la gente con toda nuestra atención, esas personas se sentirán muy amadas por nosotros. Esto es sencillo, pero tan poderoso.

Paul Tournier escribió en su libro, Escape From Loneliness (Escape de la soledad):

Es imposible enfatizar en exceso la inmensa necesidad que tienen los seres humanos de ser realmente escuchados, de ser tomados en serio, de ser entendidos. Nadie puede desarrollarse libremente en este mundo y encontrar la vida plena sin sentirse comprendido por al menos, una persona. Escucha todas las conversaciones de nuestro mundo, tanto entre las naciones como entre las parejas. Son, en su mayor parte, diálogos de sordos.

Segundo, sé lento para hablar. Si siempre estamos hablando, entonces, no estaremos escuchando y eso es lo que la gente necesita de nosotros: no nuestras palabras, sino nuestros oídos. Además, si somos apresurados en nuestras palabras, es probable que digamos cosas de las que nos arrepintamos más adelante.

En The Friendship Factor, (El factor de la amistad), Alan Loy McGinnis relata una anécdota sobre la diferencia entre uno que habla y uno que oye:

Una joven fue llevada a cenar una noche por William E. Gladstone, el distinguido estadista británico y la noche siguiente por Benjamin Disraeli, su igualmente distinguido oponente. Cuando más tarde se le preguntó qué impresión habían hecho estos dos hombres célebres en ella, respondió pensativa: «Cuando salí del comedor después de sentarme al lado del Señor Gladstone, pensé que era el hombre más inteligente de Inglaterra. Con Disraeli, pensé que era la mujer más inteligente de Inglaterra».

Por último, sé lento con la ira. Decide no estallar de ira, sino que le darás a la gente el beneficio de la duda. Realiza preguntas para aclarar lo que la gente quiere decir. Ten una mecha larga. Esto es sabiduría: ser rápido para escuchar, lento para hablar y lento para airarse.