No temas, el que está contigo es mayor

Este capítulo de Deuteronomio se conoce como el pasaje de las leyes de la guerra. La batalla es una constante a lo largo de toda la Palabra de Dios porque es una realidad a lo largo de toda nuestra vida. Batallamos contra el infierno, contra el pecado, contra nuestra propia carne y nuestra tendencia a pecar.

Todo este capítulo nos da pautas acerca de cómo librar una batalla, desde la perspectiva de los principios de Dios. Son veinte versículos con principios y enseñanzas sobre el asunto pero es el primer versículo el que debemos abrazar fuertemente: No importa el tamaño de tu enemigo, sino el tamaño de Tu Dios.

Fue lo que le dijo David a Saúl cuando este último se preocupaba por el tamaño de Goliat. Fue lo que declaró Josué en grito de guerra antes de derribar las murallas de Jericó. Y lo que vivió Gedeón con trescientos hombres contra miles de Madianitas. Y Josafat venciendo a través de la alabanza los ejércitos asirios.

No olvides quien está a tu lado, quien está a tu favor y decláralo cada día.

La fe era uno de los filtros al armar el ejército de Israel y si no me creen, denle una mirada al versículo 8. El que declaraba derrota, no era apto.

Oración

Oh Dios mío, te consagro mi boca. La consagro para declarar tus maravillas y para hablar palabras de fe. Doy gracias de que Tú estás a mi lado, que Tú defines la batalla. Confío en tu poder y no en mis fuerzas. Señor, Tú eres la clave de mi victoria. Te busco y me coloco a tu lado. En ti puedo vencer. Te alabo porque aunque soy débil, en ti soy fuerte.