Sí, ¡Acepto!Muestra

“Uno solo puede ser vencido, pero dos pueden resistir. ¡La cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente!”

Eclesiastés 4:12

Nunca olvidaré el día de mi matrimonio, fue un ocho de diciembre, sobre las tres de la tarde. La ceremonia fue muy íntima, solo familiares y amigos cercanos nos acompañaron ese día. Al terminar la tarde nos escabullimos hacia un espléndido hotel de la ciudad a pasar junto con mi amada, la noche de bodas. Temprano, al día siguiente, saldríamos rumbo al aeropuerto para emprender nuestro viaje de luna miel y de paso nuestro viaje como nueva familia.

Recuerdo como si fuera ayer que, sobre las ocho de la noche, nos arrodillamos junto al lecho de bodas el cual estaba adornado con pétalos de flores rojas y finos detalles para los recién casados y con una sincera oración invitamos a Jesucristo a ser el protagonista de nuestro matrimonio, en ese instante la pólvora que da comienzo a la tradición de la segunda "noche de velitas" en mi país, retumbó por todo el firmamento; desde nuestra habitación vimos como el cielo se iluminaba y transformaba en una majestuosa paleta de colores.  Para nosotros fue como si nuestro Padre Celestial estuviera celebrando con nosotros nuestra unión.

Hoy, veinte años después, me hago esta pregunta con relación a las nuevas generaciones de amantes que quieren zambullirse en el misterioso, bello y deslumbrante viaje del matrimonio. La boda está planeada, pero ¿Están preparados espiritualmente para la jornada matrimonial?

Todo compromiso está lleno de promesas, esperanzas, gozo y expectativa o anticipación de que todo será fantástico. Pero el emocionante comienzo del matrimonio requiere más que pasión y entrega. 

Descubre en las próximas reflexiones cómo edificar un hogar sobre cimientos espirituales y cómo enfrentar y superar los desafíos que se esconden al interior de cada unión, con el fin de desarrollar un matrimonio en paz, con amor, gracia y la bendición de Dios.