Ánimo en El SufrimientoMuestra

Ora: un modo para humillarse delante de Dios

"Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él los exalte a su debido tiempo. Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes" 1 Pedro 5:6-7 (NVI).

Dios nos pide que nos humillemos y hay muchas maneras para hacerlo. Una de ellas es la oración. Nos humillamos cuando acudimos a Dios en oración y depositamos en él todas nuestras ansias.

La persona orgullosa no ora. No quiere orar. No puede hacerlo. La persona orgullosa siente, en su interior: «Puedo hacerlo yo solo. Lo tengo controlado». Normalmente no lo dice en voz alta, pero sus acciones sí lo hacen. Con sus acciones, declara: «Puedo manejar esto por mí mismo». Sus acciones lo delatan.

Por el contrario, la persona humilde piensa: «No puedo manejar esto con mis fuerzas y capacidades. Señor, te necesito. De hecho, si no me ayudas, estoy hundido. Señor, por favor, rescátame. Señor, por favor, encárgate de este problema. ¡Señor, ayúdame!»

Nos humillamos cuando clamamos a Dios y le contamos de todas nuestras angustias. Nos humillamos y exaltamos al Señor, porque declaramos implícitamente: «Señor, solo Tú puedes ocuparte de este problema. Señor, Tú eres capaz, Tú eres poderoso, Tú eres Dios. Tú eres mi fuerte Libertador y te preocupas por mí. Tú eres bueno. Puedo confiarte este problema porque Tú eres un Dios digno de confianza».

Exaltamos a Dios cuando clamamos a él, cuando nos humillamos. ¿Y el resultado? Recibimos la paz de Dios. Le damos a Dios nuestra ansiedad y Dios nos da su paz. La humildad siempre trae paz. El orgullo siempre trae ansiedad.