La prosperidad de Dios es integralMuestra
Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma. 3 Juan 2:2
La salud y la prosperidad tienen que ver con el espíritu
Detrás de cada forma externa hay un poder interno. Las formas o estructuras externas siempre son generadas por un poder interior. El poder que es interno (que es del espíritu), precede a la forma, que es externa, y no al revés.
El hombre es reflejo de este principio. El hombre, según la Biblia, está formado por tres componentes: espíritu, alma y cuerpo. El espíritu representa la parte que Dios ha puesto de sí en el hombre. El espíritu es el principio de vida divina que vivifica al hombre. A través del espíritu podemos palpar y percibir a Dios, y él se puede comunicar con el hombre. El alma es la vida propia del hombre, su identidad, su yo propio. Representa el intelecto, las emociones y la voluntad propia del hombre. El cuerpo es el envoltorio que sirve de instrumento de expresión para el alma.
El poder del hombre yace en su espíritu
Así, el hombre tiene un poder cuya fuente mana de su espíritu, con todo el hombre necesita de un instrumento adecuado de expresión para el espíritu, que es el alma, y ésta a su vez necesita de un vehículo de expresión como lo es el cuerpo. En condiciones normales el espíritu es como el amo, el alma es como un mayordomo y el cuerpo es como un criado. El amo encarga asuntos al mayordomo, quien a su vez ordena al criado que los lleve a cabo. El amo da órdenes al mayordomo en privado. El mayordomo parece ser el dueño de todo, pero en realidad el dueño de todo es el amo. Por desgracia, el hombre ha caído, ha pecado y, en consecuencia, se ha tergiversado el orden correcto del espíritu, alma y cuerpo”.
El pecado ha destruido el profundo conocimiento intuitivo que el espíritu tenía de Dios y ha hecho al hombre espiritualmente muerto. El pecado ha producido una disociación del espíritu con el alma. De tal manera que el alma queda a merced de las exigencias, pasiones y deseos del cuerpo, convirtiéndose en su esclava, dando lugar a las debilidades.
Si el hombre quiere recuperar este poder interno necesita reconciliarse con Dios, quien es la fuente de la vida; y necesita priorizar la vida del espíritu. Cuando el hombre restablece su comunión con Dios, el espíritu del hombre es vivificado, y comienza a tomar control sobre el alma, y, a través de ésta, sobre el cuerpo.
Partiendo de la vida del espíritu, la prosperidad de Dios se extiende a las otras áreas de la vida del hombre.
Escrituras
Acerca de este Plan
La prosperidad de Dios es integral. Abarca lo material, la salud y, sobre todo, lo espiritual. La verdadera prosperidad crece en equilibrio, dando lugar a la salud financiera, física y espiritual. Es un estado continuo y progresivo de buen éxito y bienestar, resultado de una vida vivida según los principios de la palabra de Dios, más que un evento puntual.
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Nos gustaría agradecer a Arnoldo Arana por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://vidaefectiva.com/