Encontrando sentido en medio del cambio Muestra

Del arrepentimiento a la restauración

Todos tenemos algo en nuestra historia que desearíamos poder borrar. Podría ser la relación que no honró a Dios. Ese tiempo que no vivimos con integridad. Palabras dichas que no se pueden retractar. O, una adicción que nadie conoce. Si no se maneja, el arrepentimiento conduce a la culpa y la vergüenza. Pero, ¿y si, nuestro remordimiento pudiera conducir a la reconciliación y arrepentimiento?

Pablo escribió sobre esto: 

"La tristeza que proviene de Dios produce el arrepentimiento que lleva a la salvación, de la cual no hay que arrepentirse, mientras que la tristeza del mundo produce la muerte" 2 Corintios 7:10 NVI.

El dolor piadoso, un tipo de arrepentimiento, puede ser una puerta de entrada a Dios. Pero no basta con sentir remordimiento. Tiene que llevarnos al arrepentimiento, alejarnos del pecado y volvernos hacia Dios.

Cuando seguimos a Jesús, el Espíritu Santo señala áreas de nuestra vida en las que debemos arrepentirnos y pedir perdón a Dios. Cuando lo hacemos, encontramos libertad y perdón. El remordimiento sin arrepentimiento conduce a la tristeza mundana, que trae la muerte. Vemos esto en dos de los discípulos de Jesús.

Después de que Judas traicionó a Jesús, sintió remordimiento por lo que había hecho. Pero nunca se arrepintió por completo. No le pidió perdón a Dios. En cambio, permitió que la vergüenza de su error fuera más fuerte que la gracia de Dios.

Ahora, miremos a Pedro. Siendo uno de los seguidores más apasionados de Jesús, prometió nunca negar a Jesús. Sin embargo, más tarde lo negó tres veces. Las Escrituras nos dicen que Pedro “lloró amargamente”, mostrando tristeza por lo que había hecho. Sin embargo, no se quedó atrapado en el remordimiento. Mostró arrepentimiento.

Tan pronto como Pedro se dio cuenta de que Jesús había resucitado, corrió hacia Él. Jesús no solo invitó a Pedro a la reconciliación, sino que también le dio un propósito y una responsabilidad: llevar a las personas a Jesús.

Al igual que Pedro, cuando nos arrepentimos, somos restaurados. Y Dios puede usar cada parte de nuestras historias, incluso aquellas de las que nos arrepentimos, para guiar a las personas hacia Él.

Recuerda, el remordimiento solo es malo cuando lo guardamos para nosotros y lo ocultamos de Dios y de los demás. Pero cuando lo aceptamos, nos acercamos más a Dios mientras buscamos restauración y perdón.

Oración: Dios, gracias porque Tu bondad conduce al arrepentimiento. Sé que haces que todas las cosas funcionen para bien, incluso aquello por lo siento remordimiento. Muéstrame en qué áreas necesito arrepentirme y pedirte perdón. En el nombre de Jesús, amén.

Desafío: Pasa tiempo pidiendo a Dios por cualquier cosa de la que necesites arrepentirte, incluso pequeñas deficiencias o malas actitudes. Luego, experimenta Su restauración.