El Cielo Como Testigo Muestra

LA MIRADA PUESTO EN LO ETERNO

Vivir aquí en la tierra nos convierte en terrestres según la definición que nos enseñaron de pequeños.  

Dejarse llevar por los pensamientos terrenales puede, muchas veces, hacernos gastar tiempo y nuestros ánimos. 

Anhelar bienes materiales no es ningún pecado. De hecho si nosotros tenemos algún anhelo de poseer algún bien material y está conforme al tiempo y a la voluntad de Dios, el mismo nos lo otorga. Pero no quiero hacer hincapié en esto. Quiero hablar sobre lo que realmente ocupa nuestros pensamientos.

Querer algo en particular y no saber meditarlo o esperar el tiempo de Dios nos va a afectar de manera negativa espiritualmente ya que probablemente pondremos todas nuestra fuerzas en querer alcanzar aquellos que nos propusimos obtener.

Jesús nos enseñó a acumular tesoros en el cielo. Ya que allí el ladrón ni la pollita lo corrompen como sí pasa acá en la tierra.

Mucha veces hemos oído hablar de mantener nuestra mirada en el cielo, de seguir las pisadas del Maestro. El tener nuestra mirada puesta en el cielo no significa que dejes de vivir tu vida aquí, que te vuelvas un ermitaño ni muchos menos. Quiere decir que mientras vivamos acá, ocupemos el tiempo que verdaderamente importa, en lo eterno, en todo aquello que no se corrompe con el paso del tiempo: en construir y mantener nuestra relación con Jesús, Dios Padre y el Espíritu Santo y en hacer la voluntad del Padre.

Sigamos viviendo nuestro tiempo en la tierra, pero pensando en lo eterno.

Si este plan te ha sido de bendición, obtén más información en el siguiente sitio. 

Dios Te Bendiga.