Exceso De EquipajeMuestra

Pedir perdón es de valientes.

Vivimos en una sociedad donde lo común cuando se comete una ofensa, es hacerse el desentendido y luego actuar como que nada pasó, dejar que transcurran los días y esperar que las cosas se "normalicen". 

A lo largo de mi vida, he lastimado a muchas personas y, en las oportunidades que he sido consiente del daño infligido, siempre Dios me ha dado la oportunidad de pedir perdón y, gracias a Él, la mayoría de veces no me ha costado hacerlo. Pero una ocasión en particular, Él desafío mi obediencia, me enseñó otro nivel de amor y de perdón, uno que desafío mi lógica.

Una amiga (por razones que yo no entendía) me comenzó a ver mal y a incomodarse con mi presencia. En aquel momento, yo me quejaba y lloraba en silencio. Pero un día, tomé el valor de preguntarle y pedirle perdón por cualquier cosa que la ofendiera. Hablamos y pensé que todo cambiaría, pero a los días, la incomodidad se incrementó. Y mientras yo me sentía confundida y triste, Dios me desafió a que le organizara una fiesta por su futuro bebé (ella estaba embarazada). Yo no  entendía cómo podría organizarle algo a alguien que me estaba tratando mal, pero decidí obedecerlo. En ese momento, me resultó difícil, pero mientras preparaba todo, Dios fue sanando mi corazón. El día del evento, recibí de ella un abrazo que hasta la fecha recuerdo con amor.

En conclusión, yo hice mi parte y Dios trató su corazón, lo que yo no podía hacer y hasta el día de hoy, la quiero como una hermana.