Al Lado Del LeónMuestra

Un León Vigilante

“Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones” (1 Ped. 3:12 RV60)

Saber que el León de la tribu de Judá, nuestro Señor y Salvador Jesucristo, tiene su mirada sobre nosotros debe ser causa de regocijo, así como de reverencia. Imaginemos a un león que tiene su mirada sobre su manada y que al mismo tiempo recorre con sus ojos todos los lugares hasta donde alcanza su vista. Está vigilante, presto a defender a los suyos, preparado por si tiene que hacer frente a algún enemigo.

La palabra de Dios nos enseña que Jesús está a la diestra del Padre, allí intercede por nosotros y allí también cubre a sus hijos con su mirada para guardarles y protegerles. No obstante, el Señor nos exhorta a nosotros para que también vigilemos, para que estemos alertas. Sería muy presuntuoso de nuestra parte querer que Jesús nos proteja, que no quite su mirada de nosotros, si somos negligentes con nuestra propia vida. 

Por tanto, es importante y necesario que, como nos exhorta la Palabra, seamos sobrios y velemos. La confianza que tenemos en el cuidado de Dios por nosotros no nos debe llevar a descuidarnos a nosotros mismos. Cuando Pablo le habla a los corintios les da un consejo muy sabio, que debemos aplicar en nuestras vidas. “Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos” (1 Cor. 16:13 RV60)

Si andamos con el León de la tribu de Judá, andemos como leones. Está claro que los hijos de Dios somos sus ovejas, que estamos en su redil y que Jesús es nuestro buen Pastor. Debemos ser mansos y humildes y vivir en dependencia de su cuidado y su protección. Pero del mismo modo, somos llamados a pelear la buena batalla, a ser combatientes por el evangelio, a estar firmes en la fe. Dios nos exhorta a "resístanlo, manteniéndose firmes en la fe, sabiendo que sus hermanos en todo el mundo están soportando la misma clase de sufrimientos" (1 Pe. 5:9 NVI)

Estar con Jesús, tenerle morando en nosotros y vivir en obediencia, dan a nuestro corazón la certeza de su cuidado y su protección. Cuán sabias son las palabras de Salomón cuando dijo: “Mas el justo está confiado como un león” (Prov. 28:1b RV60).

¡A Dios sea la gloria!