Certeza InquebrantableMuestra

De lo desconocido a lo prometido

Imagínense que después de un tiempo de oración y ayuno, un pastor de una iglesia le dice a la congregación que Dios le había hablado diciendo que debían prepararse para el “milúvito” que traería el Señor. El pastor está lleno de emoción ya que en la presencia de Dios había escuchado que debía preparase y que pusiera todo en orden para el “milúvito” de Dios. Entonces les dice que es tiempo de preparar a los músicos, para que la ornamentación del culto cambiara para celebrar esta fecha tan importante, por ende, diáconos, diaconisas y ujieres debían sumarse a lo que requiriera para el “milúvito” de Dios lo más rápidamente.

Yo sé que al igual que esta congregación hipotética nosotros también pensaríamos: “El pastor se volvió loco, anda diciendo cosas sin sentido, ¿Qué es eso de milúvito?.”

Hemos escogido esta ilustración debido a que Noé probablemente sonó así cuando Dios le mencionó que llovería y que habría un diluvio, algo totalmente desconocido para su época. Un patrón común vemos en el llamado a Abraham, un llamado a salir de su parentela y a la tierra que Dios le mostraría, una tierra que les era desconocida en ese momento.

Quizás con estos relatos entendemos que el llamado de Dios ha sido a lo desconocido, pero dos cosas debieran alimentar nuestra fe: que Dios es el que nos está llamando y de seguro en todo el camino estará con nosotros. 

Necesitamos tener fe al oír la palabra y el desafío de Dios. Fe para transitar el camino de la promesa y fe para celebrar y aceptar todo lo que Dios ha dicho.

Tengamos en cuenta que la voluntad de Dios no es tan solo cumplir un objetivo, sino que nuestro corazón debe ser moldeado al de Él. La voluntad de Dios es una actitud de fe que debemos tener hoy ante lo desconocido.