Una Vida Con PropósitoMuestra

El diccionario define la palabra “propósito” como la intención de hacer o dejar de hacer algo. A principio de año, muchos nos ponemos metas como mejorar la alimentación, hacer ejercicio, aprender un nuevo idioma, ahorrar dinero o por lo menos gastar menos, terminar un semestre la carrera. Sin embargo, luego de unas semanas, los pretextos y las excusas aparecen, llegan las diferentes festividades donde abunda la comida, hace mucho frío o mucho calor para salir a correr, los precios de las escuelas de idiomas nos hacen dudar si en verdad lo necesitamos y las tareas nos consumen todo el día. 

Así, la mayoría de nosotros llega al final del primer mes del año con el ánimo bajo, presos de la rutina y los pendientes. Observamos lentamente cómo pasan los días y las semanas a través del año hasta que de nuevo llega nuevamente diciembre y la adrenalina y euforia comienzan a florecer de nuevo en nuestras mentes, imaginando todo el tiempo que podremos aprovechar. Así es más o menos la montaña rusa durante el año y al hacer un balance anual nos solemos llenar de inseguridades, sentimos que la vida no es como lo soñábamos, que desperdiciamos nuestro tiempo. Y en efecto, la realidad es muy diferente a vivir como en una película donde todo se logra fácilmente y se llega a un final feliz. 

Pero, como cristianos, aún cuando nos invaden este tipo de sentimientos, emociones y acontecimientos hay algo que nos mantiene con calma, que nos brinda una constante seguridad y nos afirma que no estamos en el mundo en vano. El amor de Jesús es el que nos acompaña en el furor y en la tristeza. En los días de mucho y de poco ánimo, Jesús nos muestra que la vida tiene sentido caminando con Él y que no tiene la intención de dejarnos. Yo creo que ese es el principal propósito de Dios en nuestras vidas, el acompañarnos en nuestro andar diario y en lo que decidamos.

Probablemente, seguiremos planeando cosas todos los años, pero también es bueno tomarnos un momento para simplemente recordar y guardar en nuestra mente y corazón las promesas que como cristianos hemos recibido. No necesitamos organizar nada para tener la certeza de que cualquiera que sea el camino, el Señor camina con nosotros y nos llenará de amor y ánimo para cumplir los verdaderos anhelos de nuestro corazón, los verdaderos propósitos no solo del año sino de nuestras vidas.