Jesús nuestro mediador

Esta semana hemos visto a Jesús llegando a los pobres, oprimidos, miedosos, pecadores y a los marginados por la sociedad. En el acto supremo de mediación, su muerte y resurrección, Él llevó el castigo por todos nuestros pecados para que pudiéramos ser reconciliados con Dios una vez y para siempre.

De una nota de la Biblia de Estudio África, titulada “Jesús, el mediador de la humanidad”:

La mediación está incorporada a la cultura africana como una herramienta para solucionar conflictos. Por tradición, la mayoría de los matrimonios africanos se organizaban en presencia de padrinos. A estas personas acudiría la pareja en caso de que surgiera algún problema. Si las comunidades están en conflicto, los ancianos de ambas partes se reúnen con un tercero para negociar la paz. Si las naciones están en guerra, las Naciones Unidas envían mensajeros de paz para terminar las hostilidades. Los padrinos, los terceros, y los mensajeros de paz desempeñan el rol de mediador. Ellos median entre las partes en conflicto para ayudar a restaurar la armonía y paz.

Cristo vino como mediador, el mediador perfecto. No tuvo pecado y era inocente de los crímenes que cometimos. Aun así, como mediador entre poderosos y débiles, Él tomó nuestro lugar. 

Cristo pagó el precio definitivo y prometió que cualquiera que crea en Él no recibirá castigo. Al contrario, las personas que creen en Él reciben vida eterna. Es solo a través de Cristo que la humanidad puede estar en paz con Dios. “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo” (1 Timoteo 2:5-6).

Reflexiona o discute

¿Por qué necesitamos que Jesús sea nuestro mediador?

Jesús fue el mediador perfecto, tomó el castigo que merecíamos por nuestros pecados. ¿Por qué crees que Jesús estuvo dispuesto a hacer esto por nosotros?

¿Estás en paz con Dios? Si no, ¿cuál es la única forma de reconciliarte con Él?

Si no has puesto tu confianza en Jesús, el gran mediador de la humanidad, no dejes pasar otro día sin encontrar a alguien que pueda orar contigo para hacerlo.