El Mundo Necesita IntegridadMuestra

El éxito según el mundo

Vivimos en una sociedad que ama y endiosa a las figuras perfectas, nos encanta tener modelos a seguir sea en el ámbito de la moda, el deporte, la música, el teatro y la iglesia. Aspiramos constantemente a proyectarnos como ellos, ¿será que pensamos que nadie quiere seguir a un fracasado? Creo, que por éste motivo hemos hecho nuestro mayor esfuerzo en mostrar nuestra mejor versión, procurando mostrarnos lo más exitoso posible en todas las áreas de la vida. Eso se da, porque muchos de nosotros medimos el éxito acuerdo a los estándares de este mundo: Tanto tienes, tanto vales; cantidad de talentos, mas productividad; sumado a eso los cristianos le añadimos «unción», influencia y el ultimo iPad.

A veces se nos olvida que el mayor problema no está en lo que «hacemos» sino en quienes «somos». Es ahí a donde nace nuestro dilema, pasamos demasiado tiempo imitando la imagen de las figuras que admiramos, no dándonos cuenta que de nada sirve mentirnos a nosotros mismos. Hace unos días me topé en la biblia con un relato acerca de dos personas, dos amiguitos, un matrimonio que aparentemente eran la pareja perfecta según el mundo actual, porque había buena comunicación entre ellos, tenían complicidad. Esa complicidad que con solo mirarse sabía lo que pensaban. ¿Has conocido parejas así? Todo lo llevan a cabo juntos, se cubren sus poquedades en público, hacen eco de cuanto se aman y se atienden, en otras palabras, se llenan la boca hablando de lo perfectos que son.

Resulta que a ésta pareja le salió muy caro fingir ser quienes realmente no eran. Su insistencia en mostrarse piadosos los llevó juntos al mismo lugar. Seguro ya debes suponer que hablo de Ananías y Safira. Esta historia comienza en el Nuevo Testamento, hacia el final del capítulo 4 y continúa en el 5 del libro de Hechos.