Mujer, Ten PazMuestra

Afán y falta de paz.

¿Qué es la paz? Paz es una situación o estado en que no hay guerra, ni luchas entre dos o más partes enfrentadas. Paz es hallar el momento exacto entre tu corazón y el cielo reconociendo quienes somos y quién es Él, Dios. El Salmo 34:14 nos enseña que la paz hay que buscarla y seguir encontrando en ella a Jesús, el Cristo resucitado.

Marta la de Betania era una mujer de servicio, de entrega y de pasión. Posiblemente la mayor de tres hermanos y la encargada de muchas tareas en su hogar. Se relata en la Palabra que Marta siempre tenía algo que hacer, un pendiente que atender, ¿te suena familiar? Quizás como ella estamos entre muchas tareas y quehaceres de la vida que nos impiden experimentar lo que más necesitamos, paz. Marta vivía con sus pies en tierra atendiendo a otros, dando lo mejor. Mujer impecable en su servicio y detallista. Y, ¿por qué no decirlo? Aferrada al orden. ¡Wow, cuán Marta soy!

Era normal para Marta recibir y atender a Jesús junto a Sus discípulos. Todo aparentaba estar bien, pero a Marta la de Betania, algo le faltaba por aprender. La verdad es, que su mundo estaba dividido entre los asuntos del hogar y las enseñanzas del Maestro. Entre la limpieza o estar a los pies del Maestro. ¡Qué difícil decisión para Marta! La entiendo. No sabía a dónde ir, solo sabía que quien ocupaba el sofá en su sala era alguien que merecía honra y lo mejor de ella misma.

Fue en el momento más abrumador del día que Marta le pidió a Jesús que hablara con su hermana María para que le ayudara en algunas tareas. Ella sabía, que en Jesús encontraría respuesta. Para su sorpresa Jesús responde lo siguiente:“Marta, Marta —le contestó Jesús—, estás inquieta y preocupada por muchas cosas, pero solo una es necesaria. María ha escogido la mejor, y nadie se la quitará” (Lucas 10:41-42 NVI). En su propio hogar, a Marta le fue revelado el verdadero estado de su corazón. Uno que parecía estar cerca del Maestro, pero que claramente estaba distanciado de la presencia del Dios mismo. Jesús ocupaba su casa terrenal, pero evidentemente no la de su alma.

Cuán interesado estaba Jesús por Marta. Nunca quitó la mirada de ella, la podía ver que iba de un lugar a otro con su corazón abrumado. Verdaderamente, notaba la falta de paz en su vida, pero Su amor fue tan profundo que le mostró, que de todo lo que hacía, una sola cosa traería paz a su afanado corazón y eso era un encuentro con Él mismo, con Jesús su Creador.

¿Has sentido que los afanes de la vida te han robado la paz de Dios?