[Grandes Versos] Lecciones importantes para una iglesia peculiar Muestra

Todo en tu vida es espiritual

Así que, ya sea que comas o bebas, o lo que sea que hagas, haz todo para la gloria de Dios.

Esta carga, de hacer todo para la gloria de Dios, abarca toda la vida. Cada cosa que hagas, hazlo para la honra de Dios, para la gloria de Dios, por amor a su nombre.

De hecho, si no puedes hacerlo para la gloria de Dios, entonces no lo hagas. Tal vez es fácil adorar, predicar, dar o servir para la gloria de Dios. Pero este mandamiento no está relegado a las cosas espirituales.

De hecho, nos enseña que todo es espiritual, incluso cosas cotidianas como comer y beber. Lava los platos para la gloria de Dios. Aspirar la alfombra para la gloria de Dios. Cuida niños para la gloria de Dios. Estacione autos en la iglesia para la gloria de Dios.

Este principio tiene enormes implicaciones para nuestro trabajo. De hecho, esta verdad transforma el trabajo en adoración. El hermano Lawrence, monje católico del siglo XVII, sintió que podía adorar a Dios en la cocina, así como en la catedral: «Doy vuelta mi pequeña tortilla en la sartén por amor a Dios. Cuando no puedo hacer nada más, es suficiente haber recogido un papel por amor a Dios».

¿Y qué hay de los estudiantes? 1 Corintios 10:31 es tu liberación de la carga. En «The Flight» (El vuelo), John White descubrió la relevancia de esta verdad mientras era estudiante de medicina:

«Para ti Señor», se convirtió en mi motivación... El trabajo se derritió y un sentido de satisfacción y gratitud tomó su lugar. Exámenes o no exámenes, estudiaría para Dios. Y me tomé un tiempo libre para jugar al tenis con un espíritu despreocupado. No quiero decir que olvidé que tenía un cierto número de meses para completar un curso. Pero mi sentido de la responsabilidad había cambiado. Ya no era responsable de aprobar el examen. Más bien, fui responsable de usar mi tiempo de estudio de una manera que complaciera a Dios. Cubrí el mismo terreno, pero estaba despreocupado y disfruté de lo que estaba haciendo. Ciertamente aprendí mucho más, aunque no sé cómo afectó esto a mis calificaciones. Tampoco me importa. Ya no lo hacía en función de mis calificaciones, sino para Cristo.

La tarea más sencilla, el deber más rutinario en el trabajo: todo se convierte en un acto sagrado de adoración cuando se hace por Dios.