Recupera Tu Vida, 5 Días De Lectura Devocional Junto a John EldredgeMuestra

Para que Dios llene el recipiente de nuestra alma, tenemos que empezar a quitar algo del desorden innecesario que se acumula continuamente allí, como el cajón de los trastos en tu cocina. Todo el mundo tiene un cajón de trastos, ese agujero negro para las llaves del coche, los bolígrafos, los clips, los chicles, y todos los pequeños restos que se acumulan con el tiempo. Nuestras almas también acumulan cosas, atrayéndolas como un imán. Con el tiempo no he encontrado mejor práctica para ayudar a limpiar mi alma desordenada que la práctica del desapego benevolente. La habilidad de dejar algo atrás, de alejarse, no tanto físicamente sino emocionalmente, con el alma.

Permíteme explicarte. Buscamos la liberación, poniendo en manos de Dios lo que nos agobia y dejándolo ahí. Es tan fácil quedar atrapados en el drama de maneras insalubres, y entonces no podemos ver claramente, establecer límites, ni responder libremente. 

Los adultos maduros han aprendido a crear una distancia saludable entre ellos y el asunto con el que se han enredado. De ahí, la palabra «desapego». Significa despegarse, salir del enredo; significa separar el velcro por el cual esta persona, relación, crisis o asunto global se ha apegado a ti. O tú a ella. El desapego significa lograr una distancia saludable. Los medios sociales sobrecargan nuestra empatía. Así que uso la palabra «benevolente» para referirme a este tipo necesario de desapego porque no estamos hablando de cinismo o resignación. Benevolente significa algo que se hace con amabilidad. Significa algo hecho en el amor. Jesús nos invita a una forma de vida en la que nos sentimos realmente cómodos entregándole las cosas a Él.

El desapego benevolente requiere práctica. La pausa de un minuto es un buen lugar donde empezar. Señor: «Te entrego todo y a todos a ti. Te entrego a todos y todo a ti». Mientras haces esto, presta atención, tu alma te dirá si te estás liberándote o no. Si en el momento después de la oración te encuentras reflexionando sobre lo que acabas de liberar, no lo has liberado. Regresa y repite el proceso hasta que sientas que lo has hecho. Empieza por ahí.