Cuando El Polvo Se AsientaMuestra

Las cosas cambian todos los días; y esos cambios nos impactan significativamente. La gente cambia, ¡todos lo hacemos! Las alergias nos cambian. Las economías nos cambian. Los niños nos cambian. El tráfico nos cambia. El ejercicio físico nos cambia. La cultura nos cambia. 

Sin embargo, la persona de Dios siempre es inquebrantable. Dios no es cambiado por el mundo. Si bien todos cambiamos todos los días, dependiendo de las circunstancias de nuestras vidas, la persona de Dios permanece constante. 

En las Escrituras, vemos a Jesús responder a Marta en medio de un gran cambio en su vida. Jesús le habla directamente a Marta sobre su naturaleza y cómo afecta su vida y su familia. Aunque nuestras circunstancias pueden parecer malas, Dios sigue siendo bueno. Aunque nos sintamos de una manera, Jesús nos ofrece su presencia, su constancia, su estabilidad, su protección, su naturaleza inmutable y su promesa sin fin. Él está cerca de nosotros, siempre. Ofrece solución y esperanza en medio de cada desafío. La persona de Dios no se inmuta. 

Preguntas: 

La mayoría de nosotros podemos identificar a alguien en nuestras vidas que sea confiable y que no se vea afectado fácilmente por el mundo en espiral que nos rodea. ¿Puedes identificar a alguien en tu vida que, como Jesús, extiende una visión del mundo sin complicaciones y centrada en el reino? ¿Puedes fijarte un recordatorio diario de que Jesús no se inmuta?