Desde niño

Hola, el día de hoy quisiera empezar con una pequeña historia.

Cuando yo tenía 5 años, en la iglesia se levantó una ofrenda para poder comprar sillas. Yo no tenía trabajo y seguía en la primaria. Cuando el pastor preguntó quién quería donar, mis papás levantaron la mano y prometieron una cantidad para las sillas. El pastor volvió a preguntar ¿Quién quiere donar? Entonces de la tribuna salió una mano y una voz que decía ¡YO QUIERO! 

Esa pequeña voz que se escuchaba, que estaba en medio de la gente era YO entonces el predicador me buscó entre la gente, me miró y me preguntó ¿Cuántas sillas quieres donar?, mis papás súper asombrados me vieron y su mirada decía “CÁLLATE”

Jajaja entonces muy seguro de mi decisión, dije “10 sillas” el predicador me apuntó en la lista y mi papá volteó y me dijo, “no sabes ni cuánto dinero es, cómo le vas a hacer” y le respondí “no importa trabajaré contigo.” Recuerdo que todo ese mes trabajé duro para cumplir mi promesa ¡y lo logré!

Puedes preguntarte ¿Para qué me sirve esta historia?

Bueno, lo que quiero dejar hoy en tu corazón es que muchas veces creemos que Dios solo puede utilizar a los adultos y muchas veces no dejamos que nuestros hijos o los niños de la iglesia sean utilizados por Dios, tenemos miedo que se equivoquen. Claramente tenemos que enseñarles a escuchar la voz de Dios y cumplir con el propósito que Él tiene para nosotros.

Sé que muchos niños y muchas personas disfrutaron de ese esfuerzo (las 10 sillas), Dios quería que tuviéramos mejores sillas y que llegara más gente, Dios quería que creciéramos, ¡solamente necesitaba gente dispuesta!

¿Estás dispuesto?