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Mi hermano me dijo: “Siempre nos dijeron que Dios tiene el control total de todo. Que tenemos que confiar, tener fe y descansar en Él.”

Pero en la práctica, cuando Dios se encarga de llevarte a ese punto de dependencia total. La vida se torna complicada y ya no suena tan fácil. Pero ¿Por qué? ¿Por qué las dudas?

Soy de las personas que siempre piensa que Dios nos pega tirones de orejas, cuando quiere llamar nuestra atención y en su misericordia lo hace con amor, siempre teniendo cuidado de nosotros.

Hace unos meses todo marchaba bien para mí. Pero Dios tenía un plan y me llevo a un entrenamiento como le digo yo, a mover cosas en mi vida que daba por sentadas, tanto materiales como personales. 

De esa manera me llevo al punto de dependencia total en Él. Tu mente por las noches te quiere complicar la vida pensando en cómo se solucionará el “problema”. Miro hacia atrás y veo que lo que no me dejaba dormir no se dio como pensaba, que los planes A, B o C que tenía para “solucionar el problema” ya no eran necesarios.

Descansé en Dios y a cambio recibí mayor comunión con Él y mayor Fe.

Todo es un proceso, no te gradúas de una sola vez. Como compartí al principio, son entrenamientos que Dios nos va poniendo en nuestra vida.

¿Cómo los enfrentamos o vivimos? Depende de nuestra relación personal con Dios. 

Me emocionó leer lo siguiente: “Dios no siempre va a contestar como nosotros queremos porque Él ve el panorama completo”.

Y eso es lo que hace especial depender de Dios, Él siempre responde. En el caso de mi hermano, pidió un mejor trabajo, un mejor carro, unos amigos guatemaltecos y obtuvo una mejor relación con Dios y una doble porción de fe.

Eso es lo que él necesita, aunque no lo sabía. Pero Dios sí sabia lo mejor para él y no escatimo en dárselo porque lo ama.

Las cosas a la manera de Cristo, son diferentes a las del mundo. Pero diferente no es sinónimo de raros, sino de especiales, todo es cuestión de perspectiva y de tener claro quienes somos en Él y quien es Dios en nosotros.