Estados de ÁnimoMuestra

 Una de las cosas más aterradoras al confesar algo de lo que somos culpables es el miedo a lo que pasará después. ¿Nos meteremos en problemas? ¿Seremos perdonados? ¿Cambiará la forma en que la otra persona nos ve? Lo sorprendente de Dios es que no tenemos que preguntarnos qué pasará después. Cuando le confesamos nuestros pecados, somos perdonados. ¡Es tan simple como eso! No tenemos que hacer nada para librarnos de la culpa y obtener la gracia del perdón que Él ofrece. Todo lo que se requiere de nosotros es acudir a Él. Allí encontraremos el perdón. Habla con un amigo de confianza o con el líder del grupo pequeño sobre lo que significa ese perdón para ti esta semana.