La grandeza del Padre Muestra

Rey de reyes

En el principio, cuando no existía nada, Dios creó los cielos y la tierra. Alábenle sol y luna, alábenle las lucientes estrellas, alábenle también los cielos de los cielos. Todo alabe el nombre del Señor, porque él mandó y fueron creados. Porque todas las cosas por el Señor fueron creadas, las que hay en el cielo y las que hay en la tierra, ya sean visibles o invisibles, todo fue creado por medio de él y para él. Toda construcción es hecha por el ser humano, pero el que hizo todas las cosas es el Señor. Por la fe puedes entender que el universo fue constituido por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. Por la palabra del Señor fueron hechos los cielos y todo lo que hay en ellos fue creado por el aliento de su boca.

Confía en el Señor perpetuamente, porque en él está la fortaleza de los siglos. Reconoce que de Dios es el poder y él es el que paga a cada uno conforme a sus obras. Si habitas al abrigo del Altísimo, morarás bajo la sombra del Omnipotente. Él es el que te libra del lazo del cazador y de la peste destructora. Alaba al Señor porque es bueno cantar salmos a tu Dios. Grande es el Señor y de mucho poder. Su entendimiento es infinito. Grande es el Señor, digno de suprema alabanza y de ser temido. Los otros dioses solo son ídolos muertos, más el Señor hizo los cielos. El Señor te salvó para hacer notorio su poder y para que creyeras en sus palabras.

Del Señor es la magnificencia, el poder, la gloria, la victoria y el honor. Todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son suyas. Del Señor es el reino y es excelso sobre todos. Da al Señor la gloria debida a su nombre. Se sienta como Rey para siempre y te bendice con paz. Exalta a Dios, tu rey, y bendice su nombre eternamente y para siempre. Medita en la hermosura de la gloria de su magnificencia y en sus hechos maravillosos. El Señor reina, se vistió de magnificencia. El Señor se cubrió y se ciñó de poder. Firme es su trono y no se moverá. 

Reflexionemos

Al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén.