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El ministerio terrenal de Jesús fue principalmente para la nación de Israel (Mt 15:24). Hechos 10 es un importante punto de inflexión en la historia de la iglesia. Israel era una nación distinta y única, separada por Dios mismo. Cientos de años antes del nacimiento de Jesús, Dios la había escogido para ser una nación santa, una nación que Lo representaría ante el mundo. Israel tenía una dieta estricta de alimentos permitidos. Esto, y otras ceremonias, la distinguían de otras naciones, y era considerada santa para Dios.

Los gentiles, personas que no eran de ascendencia judía, eran considerados impuros por los judíos y, hasta los eventos registrados en Hechos 10, los apóstoles y otros discípulos habían estado predicando el evangelio principalmente a otros judíos. Hechos 10 registra la visión de Pedro en la que Dios le dijo que ya no considerara inmundos a los gentiles. Pedro fue y le predicó el evangelio a un gentil llamado Cornelio, un oficial del ejército romano.

Si bien la división entre judíos y gentiles no terminó en este momento, la conversión de Cornelio y su familia fue un punto de inflexión significativo en la historia de la iglesia. La iglesia primitiva comenzó a comprender que la salvación de uno no dependía de su nacionalidad, historia, antecedentes o familia, sino solo de la gracia de Dios. ¡Solo por la misericordia de Dios somos salvos, y por eso, podemos regocijarnos!

Señor Jesús, te alabo porque no haces acepción de personas. Gracias por permitirme escuchar Tu evangelio. Ayúdame a ser fiel al mensaje del evangelio y predicarlo a toda persona sin hacer diferencias. En Tu nombre, amén.