Cómo vemos nuestro mundo

Desde tu pérdida, ¿ha habido lugares que has querido evitar? ¿Se ha vuelto demasiado doloroso visitar la iglesia donde asistías con tu ser querido, caminar por un pasillo determinado de un supermercado o incluso entrar a alguna habitación de tu casa? El dolor afecta casi todos los aspectos de nuestras vidas. 

Para nosotros, el pasar por el hospital donde esperábamos conocer a nuestros hijos no nacidos fue muy doloroso. Pasábamos por allí porque estaba muy cerca de nuestra casa. Durante un tiempo, nos dimos permiso de tomar una ruta diferente. Nuestros corazones eran como pies blandos pisando brasas ardientes. No siempre sabíamos dónde estaban puestas esas brasas. Pero cuando podíamos, optábamos por evitar algunas. 

Cualquiera que sea el dolor que haya provocado tu sufrimiento, recuerda que está bien que duela. Tómate un tiempo para reflexionar sobre cómo ves tu mundo de una manera un poco diferente. Pídele a Dios que repare tu quebranto.

Con el tiempo, tuvimos conversaciones entre nosotros sobre el hospital. Un año, yo (Ashley) desarrollé un caso muy grave de faringitis estreptocócica y estaba muy agradecida por el hospital. Me ayudó a replantear mi perspectiva del hospital y a tratar de dejar de lado el dolor.

Oremos.

Dios:

“Ten misericordia de mí, Señor, porque estoy angustiado. Las lágrimas me nublan la vista; mi cuerpo y mi alma se marchitan. Estoy muriendo de dolor; se me acortan los años por la tristeza. El pecado me dejó sin fuerzas; me estoy consumiendo por dentro” (Salmo 31: 9–10 NTV). 

Ayúdame a recurrir a Ti, para reconocer cómo veo mi mundo de manera diferente. Sana mi dolor y acércame a Ti.

 Amén.